Muchas personas, - que han tenido la suerte de no padecer nunca una depresión-, a pesar de la prevalencia de la depresión y de sus trágicas consecuencias todavía sostienen una postura negacionista de esta. Esta ignorancia sostenida contra viento y marea redunda muchas veces en actitudes de incomprensión y por lo tanto de desconsideración y “maltrato “hacia los que desgraciadamente la padecen. Lo que debería de ser un acompañamiento cálido y empático se transforma en un “machaque culpabilizador “y estigmatizante hacia su familiar, que tiene un doble sufrimiento: el producido por la enfermedad al que se suma la crítica y el rechazo de sus familiares.
Estor familiares negacionistas apelan a la voluntad del paciente para salir y combatir la depresión, cuando ellos que no la padecen no muestran ningún signo de ella para apoyar a su familiar deprimido. Es decir, le piden lo que no puede hacer y ellos que pueden no lo hacen. Muchos pacientes dicen “yo no sé el deseo a mi peor enemigo y otros dicen, lo que no creen en ella, deberían de tenerla dos días seguidos, seguro que cambiarían de opinión. Como dice el neuropsiquiatra Jesús Ramírez-Bermúdez, “Si alguna persona dice ‘Yo no creo que la depresión sea una enfermedad’, de acuerdo, no le llamemos enfermedad, es lo de menos, lo importante es reconocer que hay un sufrimiento que requiere atención. A lo mejor la depresión como concepto podría ser superado un día; ojalá aparezca un término todavía mejor como en su momento fue la enfermedad de la bilis negra, un concepto útil durante muchos siglos. Yo lo que sí defiendo son los derechos de mis pacientes a ser tratados, porque su sufrimiento es real”.
La depresión es una enfermedad democrática y está aumentando y desgraciadamente los suicidios, su más trágica consecuencia, también. Los datos son demoledores. Tratar la depresión es prevenir el suicidio. Afortunadamente hoy, esta postura que niega la depresión o que la considere una invención, es una postura que va decreciendo y la mayor parte de los pacientes que la padecen buscan tratamiento. Este otoño, debido a las circunstancias socioeconómicas y laborales de esta crisis sanitaria y psicosocial que tenemos, pueden ser un riesgo que provoque más cuadros depresivos que deben y pueden ser tratados muy eficazmente. No pidan perdón, busquen ayuda médica, psiquiátrica y psicológica.