Este final de curso no será, sino que está siendo atípico. El ambiente que se respira en los centros educativos es inusual. Aulas vacías, no hay exámenes, las sesiones de evaluación son interactivas, no se van a entregar boletines de calificaciones. Y no menos inusual será el inicio del próximo curso.
Incertidumbre. Quizás, éste sea uno de los vocablos que mejor defina el panorama que nos vamos a encontrar de aquí a que acabe el verano y tenga que arrancar el nuevo curso escolar.
El Ministerio de Educación ha puesto encima de la mesa una serie de directrices generales para que los docentes empecemos a hacernos a la idea de lo que nos vamos a encontrar en el mes de septiembre en el retorno a los centros.
Novedad. Ésta puede que sea otra de las palabras que más se escuchen al inicio del nuevo curso. Los docentes ahora se tienen que afanar en programar el nuevo curso cumpliendo con las directrices de las administraciones educativas. Pero, ¿están los centros educativos preparados para tanto cambio?; ¿los profesores están formados para hacer ese cambio de paradigma en la nueva organización pedagógica para el curso 2020-2021? La respuesta es sí. Los docentes cumpliremos por el bien de nuestros alumnos. Pero esto marcará un punto de inflexión, un antes y un después en la educación.
Y entre tanta pregunta, no se nos puede escapar una reflexión muy necesaria en este contexto. El sistema educativo tiene que cambiar. Este axioma lo he defendido en reiteradas ocasiones en este espacio. El sistema educativo se tiene que adaptar a los nuevos cambios. Esto va a costar un poco, pero lentamente conseguiremos avanzar en ese cambio de concepción cultural que tenemos del sistema educativo. Pero no podemos dejar de lado que la normativa actual dice lo que dice y cualquier cambio que se haga tiene que hacerse bajo el amparo de las modificaciones normativas correctas.
El ordenamiento jurídico español está perfectamente organizado y delimita a la perfección las competencias de cada norma. Y son las administraciones públicas las que tienen que cumplir normativamente con los cambios que se quieran impulsar o llevar a cabo.
Hace tres meses que saltó la pandemia y son los políticos los responsables de vislumbrar escenarios de futuro para organizar el país. No valen las excusas ni cargar responsabilidades en otros.
Los docentes somos una pieza clave en la sociedad. Somos los responsables de modelar la sociedad del mañana. Y esto no es un juego.