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Trabajadores menos pobres

Por José A. García Bustos
sábado 23 de diciembre de 2017, 03:00h

Como viene pasando últimamente, el árbol de lo que acontece en Cataluña relega a un segundo plano lo que sucede en el bosque. Me refiero, en este caso, a la subida del salario mínimo interprofesional pactada por el Gobierno, empresarios y trabajadores.

Si las consecuencias de los resultados catalanes no lo evitan y la legislatura finaliza cuando está programada, lo hará con una subida de 200 euros en el salario mínimo desde que se inició, pasando de 655 a 850 euros en muy poco tiempo. Todo un síntoma de que existía una gran injusticia con los trabajadores peor pagados.

Hasta los empresarios, que veían como sus beneficios aumentaban y mantenían los salarios precrisis, han calificado como asumible y necesaria esta subida.

Un 30% habrán subido el salario mínimo en poco más de dos años. Esta subida es un éxito de las tres partes negociadoras (gobierno, sindicatos y empresario) pero sobre todo para los trabajadores. En especial para aquéllos que malviven y les cuesta llegar a final de mes. Porque poder adquirir una vivienda hoy en España cuesta 7,4 años de salario íntegro y 15,8 años en Balears, Comunidad Autónoma que ocupa una vergonzosa última posición. Si se opta por el alquiler, el esfuerzo en términos de ingresos mensuales también es enorme.

Una economía que está en crecimiento pero que ha dado lugar a una figura inexistente hasta la fecha como es la de “trabajadores pobres” no es una economía sana. España es el tercer país con más trabajadores pobres tras Rumanía y Grecia. Y dentro de España existen grandes desigualdades. El Sur tiene salarios mucho más bajos que el Norte.

La medida adoptada por los agentes económicos viene a paliar aunque no erradicar, esta disfunción económica de que un trabajador no alcance un mínimo bienestar en su quehacer diario. La subida del salario mínimo ha significado un pequeño paso en el camino pero éste debe seguir andándose.

Otro frente en el que hay que trabajar es el de la temporalidad de los contratos. De poco sirve subir salarios si se trabaja pocas horas.

Un tercer pilar es reducir las cargas anexas al empleo. Tanto a los trabajadores como a los empresarios que tienen que afrontar unos elevados costes de seguridad social que no fomentan la contratación. Como anunció Montoro, tras ponernos la zanahoria delante durante un tiempo, en 2018 por fin bajará los impuestos. Que tenga en cuenta especialmente a las clases medias y bajas.

Y para redondear la faena, habría que mejorar la productividad. En este sentido toca fomentar la aparición de nuevos emprendedores con ideas frescas, inteligencia financiera y tecnológica, capaces de innovar y modernizar el tejido empresarial existente. Nuevas ideas de negocio generarán nuevas oportunidades que posibilitarán encontrar nuevos nichos de mercado y océanos azules, con la consecuente subida de precios, aumento de la rentabilidad y generación de empleo con mejores salarios. Mejores productos y mejores salarios dinamizarán el consumo interno.

Aunque se ha iniciado el camino, esperemos que el año 2018 siga avanzando en estas cuatro líneas: más salario, menos precariedad, menos impuestos y más emprendedores. A veces, menos es más. ¡Felices Fiestas, queridos lectores!

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