Estas semanas se está oyendo hablar mucho de bitcoins debido a su escalada en precios. Un bitcoin se podía comprar a 726 euros hace un año y el jueves de esta semana cotizaba a más de 15.500 euros. A principios de ésta, su valor era 8.900 euros en una semana de vértigo. Nunca un activo se había revalorizado tanto en un año. Los críticos ya decían que estamos ante una burbuja que iba a explotar cuando su cotización era de 3.000 euros hace ya bastantes meses.
Hace pocos meses que descubrí el mundo de las criptomonedas, más allá de lo que me llegaba por las noticias, gracias a mi buen amigo José Luis y su hermano Enrique que es un apasionado del tema y lidera un grupo de criptoseguidores, transmitiendo con paciencia sus conocimientos a los recién llegados. El de las criptomonedas es un mundo apasionante.
Estos días he leído predicciones de reputados hombres de negocios. Unos dicen que el valor del bitcoin superará el millón de euros en unos años y otros que su valor será cero en segundos al tratarse de una burbuja en el mundo digital. Es digno de ver cómo las predicciones de unos y otros tienen que ver con las limitaciones mentales fruto de las vivencias e intereses de cada uno.
Una vez más, recomiendo contrastar la información y no creer a las primeras de cambio lo que llega a nuestros oídos. Lo diga quien lo diga.
La tecnología que subyace en el bitcoin es el bolckchain y es una tecnología disruptiva que va a cambiar el mundo de los negocios y los contratos.
Pero el bitcoin, como abanderado de las cientos de criptomonedas que existen, es algo más que tecnología. Es una forma diferente de entender la economía. En la medida que vaya teniendo aceptación (y este es el factor clave) y se vaya empleando en las transacciones del día a día, irá sustituyendo a las monedas tal y como las conocemos (denominadas monedas fiat en contraposición a las monedas digitales). El bitcoin no tiene un banco central ni un gobierno detrás. Eso la hace la moneda más popular que existe. Es una moneda de las personas para las personas (peer to peer).
La próxima emisión de futuros sobre bitcoins en algunos mercados, incluyendo el Nasdaq, así como la, cada vez mayor aceptación de esta moneda en países y en comercios, está aumentando las posibilidades de que deje de ser un activo sobre el que únicamente se especule y sea un activo real con una función vital como es la que ejerce el dinero.
El Premio Nobel de Economía en 2014, Jean Tirole afirma que estamos ante una burbuja y dice que su precio caerá si la confianza se desvanece. Ahí está la clave, en mi opinión. Vincula el precio a la demanda y ésta a la confianza. En la medida en que los países, comercios y habitantes lo vayan aceptando (y ya lo están haciendo), la confianza aumentará y el precio también. Una demanda creciente sobre una oferta rígida (el bitcoin tiene un número máximo de monedas: 21 millones) hará que los precios suban. De hecho, esta es una de las claves de su revalorización.
Pero el bitcoin tiene puntos débiles. Es la moneda más popular de entre muchas otras. La que se imponga se llevará el gato al agua. Además, producir bitcoins mediante la minería requiere potentes cálculos de granjas de máquinas que consumen más energía que la que necesitan países como Serbia, Irlanda o Marruecos. Otro punto débil es que la mayoría de bitcoins está en pocas manos. Las de jóvenes que se anticiparon hace unos años a la realidad y hoy son multimillonarios.
Mi recomendación es que cada uno invierta lo máximo que esté dispuesto a perder o aquel rinconcito que no necesite y lo olvide en un tiempo. Un seguimiento a diario es no apto para cardiacos. Cuando baja, lo hace de verdad pero hay que ver la tendencia a largo plazo. Igual en un par de años se lleva una sorpresa.
Sobre si estamos ante una burbuja, sin ánimo de menospreciar la opinión de premios Nobel o del mismísimo Warren Buffett, mi modesta opinión es que no lo estamos.
Unas señales inequívocas de que las criptomonedas van a triunfar son las resistencias que muestra la banca tradicional. El consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon, gran damnificado, afirma que el bitcoin es un fraude peor que los tulipanes y que despedirá a cualquiera de sus comerciales que negocie con bitcoins porque va en contra de sus reglas del siglo XX. El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Vitor Constancio también damnificado del avance de las monedas que no dependen de bancos centrales, dice que el bitcoin es una especie de tulipán, haciendo referencia a la primera gran burbuja de la historia. Pero mientras tanto, el Banco Santander y otros lanzan su primera moneda digital (USC).
Que los principales banqueros aludan a un ejemplo de crisis de hace siglos muestra su preocupación y la voluntad de ralentizar lo inevitable. Esto me da que pensar que realmente el bitcoin es digno de ser tenido en cuenta. En la historia, hemos vivido sonadas negaciones a los inevitables avances tecnológicos por parte de sectores involucrados que no aprovecharon el cambio.
Los tulipanes no tenían utilidad alguna. En la Holanda de 1630, los bulbos se pusieron de moda entre las clases altas holandesas de manera que todo el mundo empezó a comprarlos. No tener tulipanes en el jardín se convertía en tener muy mal gusto. La comparación con las monedas digitales no se sustenta. Éstas no son una moda. Van a cambiar la concepción de la economía y el derecho.
En la crisis del 29 se decía que cuando el limpiazapatos llegó a hablar de acciones era un buen momento para venderlo todo. Otra vez ponemos en marcha el retrovisor. No sé si todo el mundo hablará de bitcoins o de otra moneda pero, ¿conoce a alguien que se haya deshecho de su dinero porque todo el mundo hablaba de euros?