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Madrid: ciudad canaria con una hora más

Por José Luis Azzollini García
lunes 29 de septiembre de 2025, 10:54h

En una de las estrofas del chotis “Madrid”, compuesto por Don Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino, más conocido como Agustín Lara (Mexicano de procedencia) se podía escuchar aquello de: Madrid, Madrid, Madrid… en México se piensa mucho en ti. Yo, si se me permite, añadiré que no solo se acuerdan de Madrid en esa parte de la América Central; también en Canarias hay gente que cuando habla de la capital de España, se le pone cara de reconocimiento y de elogio. En mi caso, concretamente, siempre que he ido a Madrid, se me ha tratado como a no fuera foráneo más. Su gente, nunca me ha dado la sensación de que se estuviera preguntando qué hacía allí, otra de aquellas gaviotas que cantaba uno de nuestros cantautores más relevantes -para mí personalmente de los más grandes-: Caco Senante. Muy al contrario, desde la primera vez que pise suelo madrileño, siempre he sentido que estoy en mi ciudad, en mi barrio, en mi casa. Y que, con quien comparto el aire, es con mis convecinos.

Madrid, ha sido la sede española de dos de las grandes multinacionales en las que trabajé y eso comportaba tener que visitar “mi casa” varias veces al año. Pero es que, además, cuando no era por motivos de trabajo mi punto de referencia en bastantes ocasiones, ha sido la capital. Por otra parte es normal, pues Madrid es el epicentro no solo de la actividad económica, sino también de las comunicaciones; y cuando se desea viajar a muchos destinos nacionales e internacionales, suele elegirse pasar por Madrid. Así que, ya por motivos laborales o de ocio, mi visita a los “madriles” -como se suele decir por canarias- ha sido constante. Aún recuerdo la primera vez que la visité: iba con mi amigo y compadre Nando Senante ¡Cuánto te echo de menos! y ante él y ante quien me escuchó hablar quedé como Paco Martínez Soria en su papel de cateto en la gran ciudad. Cuando nos acercábamos a la Puerta del Sol, le pedí a mi amigo que fuéramos por otro sitio ya que un poco más adelante, había tremenda manifestación y yo no tenía ganas de “jaleíto” en aquellos momentos. Aún me resuenan sus risas en el mismísimo tronco del oído: - José, eso no es una manifestación; es gente pasando por un paso de peatones… No solo eso me delataba como provinciano; ayudaba, también, mi lentitud en los andares. Pues ni con esas peculiaridades, este que suscribe, notó ninguna animadversión hacia mi persona. Naturalmente, cuando tuve la ocasión de devolver mi gratitud a la gente de esa gran ciudad, lo hice con todo el cariño. Y, se me brindó la oportunidad de hacerlo pues de los turistas que se alojaban en alguno de los establecimientos donde ejercía mis responsabilidades, venía mucha gente de allá. Cuando sigo los resultados de las elecciones, también veo los que se producen en la capital. No repercutirá en nada de lo que yo haga, pero como vengo diciendo, es parte de mi casa y he de estar al tanto sobre quien gestionara los recursos de mis paisanos madrileños.

El amor que le profeso a Madrid, no solo me viene por cómo se me ha tratado a mí personalmente. Va mucho más allá. Dos de mis hijos, el mayor y el menor, son muchos las días que pasan en la gran ciudad, cuando no están en casa y jamás les he escuchado una palabra más alta que la otra cuando hablan de Madrid. De hecho cuando estoy con ellos caminando por sus calles, ya me guían, pues su conocimiento del terreno es como si hubieran nacido en el mismísimo centro de Madrid. Es más, tengo una nuera madrileña y ella nos ha dado un gran regalo envuelto en las hojas del Madroño. Un nieto que será la conexión perfecta del emparejamiento de mi familia con el pueblo madrileño. Un nieto que habiendo nacido allí, llevará por donde quiera que vaya un DNI con nombre de origen guanche y nacimiento madrileño. ¡Toma hermanamiento!

A mis hijos, que como digo, pasan largas temporadas en Madrid, no les he escuchado un queja sobre el trato que reciben de los madrileños y por la forma como se desenvuelven allí, diría que se sienten a gusto. Para ser perfecto, les falta, estoy seguro de ello: ver el mar. Y, como ya se sabe: ¡vaya, vaya, en Madrid no hay Playa! Sin embargo creo haberle oído contar a alguno de ellos, que para uno de sus divertimentos, el carnaval, no ven como un bloqueo invalidante estar tan lejos del ambiente. Pues cuando no ha podido ser por motivos varios, el estar a Tenerife, siempre han resuelto con una celebración allá; con entierro de la sardina incluido. Me hubiera gustado verles procesionar la sardina por la zona de Sol cercana al barrio de Malasaña y quemarla en un solar cercano. ¿Los detuvieron? Nada de eso me han dicho, sino que muy al contrario, tuvieron la colaboración de quienes podían haberlos detenido o llamado la atención. Madrid es una ciudad que acoge a la gente de fuera, con sus costumbres. Es razonable, que los que vamos desde otros puntos de España o del planeta, también sepamos respetar las suyas. Yo aún no se bailar un chotis, pero cuando sepa hacerlo y coincida con las fiestas en honor a San Isidro, tengan por seguro que lo haré. De momento, sí que me he deleitado con sus bocatas de calamares, sus churros, su cocido y todo aquello que suponga probar lo que allí se cuece y se hace.

Tengo en la capital, grandes compañeros, que ahora los cuento como amigos. Ellos fueron quienes primero se mostraban cercanos y listos para recomendar donde debía ir para guardar un buen recuerdo. También, han sido bastantes, los amigos y conocidos que decidieron, en un momento dado, promocionar lo canario allá abriendo locales comerciales con sabor isleño. O establecer allí, sus despachos profesionales. ¿Tuvieron algún rechazo en Madrid? Si alguno lo tuvo, desde luego, yo no me he enterado.

Desde estas líneas, le propongo a quienes lideran todo lo que tiene que ver con los reconocimientos y demás temas protocolarios en cuestiones de hermanamientos, que tengan a Madrid como uno de sus objetivos para estrechar los lazos que nos une a esta gran ciudad. No solo es la capital del reino, sino que su presencia en los corazones canarios, va mucho más allá. Creo que ya va siendo hora que se plasme en algún documento oficial el agradecimiento que podemos tenerle a una ciudad con la que, no habiendo nacido en ella, mantenemos unos estrechos lazos de unión. Ahí queda la sugerencia.

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