Este aniversario no es, por tanto, una simple conmemoración arquitectónica. Es un homenaje a todos aquellos y aquellas que han mantenido encendida la llama. A quienes sembraron devoción cuando apenas había caminos. A quienes limpiaron, restauraron, rezaron, soñaron. A los colectivos que han luchado por su conservación. A los que la visitan en soledad o en fiesta. A todos los jinameros y jinameras que, con su día a día, han construido algo mucho más grande que una ermita: han construido un legado.
Este espíritu también lo vemos hoy en las muchas otras "ermitas" que levantamos entre todos. En los proyectos impulsados por asociaciones vecinales, clubes deportivos y grupos culturales que, sin pedir nada a cambio, luchan por mejorar su entorno. Cada uno de ellos representa, en esencia, una ermita distinta: un lugar donde se resguarda el alma de una comunidad.
Como alcalde, tengo el privilegio de presenciar cada día estas pequeñas grandes luchas que transforman Telde. Por eso, al mirar hacia Jinámar y sus 500 años de historia, no solo contemplo el pasado con orgullo, sino también el presente con esperanza y el futuro con compromiso.
Porque cada piedra de esa ermita nos recuerda que las obras más duraderas son las que se construyen desde el amor, la fe y la comunidad.
Hoy Jinámar no celebra solo una fecha. Celebra su espíritu. Su herencia. Su fortaleza.
Y desde aquí, a todos los que hacen posible que la Inmaculada siga siendo guía, les digo: gracias por mantener viva la historia. Gracias por hacer de Jinámar un lugar que enseña, que acoge y que inspira.
Juan Antonio Peña Medina, alcalde de la ciudad de Telde.