Hoy ha pasado Santos Cerdán junto a Pedro Sánchez. No ha habido saludo, pero sí una mirada de ahí va este. Es el último mosquetero del Peugeot que queda en pie. El teniente coronel Balas, el que quería anestesiar Leyre, ha estado personalmente en un registro a una empresa de Navarra. Todo apunta a que dentro de unos días habrá noticias. La respuesta a todo esto es bulos, bulos, bulos y fango, fango, fango. No voy a añadir especulaciones a este sainete que estamos viviendo. Ni siquiera opino. Sólo intento describir lo que veo.
Los jueces salieron a la calle y Albárez sonríe ufano porque han abierto la verja de Gibraltar. En la época de Franco se decía que cada vez que había un problema se resolvía hablando del Peñón. Esto le viene bien a Puigdemont porque no se habla de lo suyo. Lo de las lenguas también ha pasado a un segundo plano después del incidente de Ayuso en Pedralbes. El palacio estaba frente a la Escuela de Arquitectura y de vez en cuando íbamos a dibujar allí. Así que recuerdo su fachada amarilla, al fondo de los jardines, y a los coches oficiales haciendo sonar la gravilla cuando venía un visitante oficial.
España ha cambiado mucho, pero, en esencia, sigue siendo la misma. Ya entonces Arturo van den Eynde salía a la Diagonal dispuesto a recibir los golpes con la parte plana de los sables de la policía sobre los caballos. En 1980 publicó Anticarrillo y se convirtió en el primer opositor a la Transición desde la Liga Comunista Revolucionaria. Siempre respeté su autenticidad. Ahora las cosas no son iguales y sus herederos le hacen el juego a los oportunistas. Los relatos fabrican una historia diferente mientras la batalla cultural se pretende ganar cancelando a todos los que no son de la cuerda. En este tiempo la política se hace pisando moqueta desde el primer día, o desde el minuto uno que es como se acostumbra decir. Hoy ha pasado Santos Cerdán junto a Pedro Sánchez y lo he notado solo. Algo saben.
Esto huele peor que Dinamarca en la época de Hamlet.
Si (
No(
