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Manifiesto veterinarios

Por Daniel Molini Dezotti
lunes 09 de junio de 2025, 10:33h

No fue la casualidad quien me llevó el día 8 de junio a la plaza Weyler, sino un reclamo sensato, convocado con semanas de antelación por el Colegio de Veterinarios.

El mensaje, que se repitió, implacable, a lo largo y ancho de toda España, expresaba los motivos de la convocatoria: el repudio del Real Decreto 666, por considerarlo atentatorio contra la dignidad de la profesión y sus profesionales.

Lo primero que sentí, al llegar al lugar de reunión, fue sorpresa, al ver la decisión mancomunada de un colectivo solidario, dispuesto a defender lo justo.

Explotando pitos y alegría, gentes con batas y sin ella, carteles y pancartas, repetían sus consignas, llevadas hasta la plaza de España, como si fuese una procesión de demandas.

“¡Políticos ni farmacéuticas hacen medicina veterinaria, ¡Déjennos trabajar!" Eso fue lo primero que leí, escrito con letras azules, verdes y rojas.

En otro sector, “Canarias dice ¡no al decreto 666. ¡No más inventar!”

Detrás de la pancarta que abría la manifestación, cientos de participantes, invitando a la gente a participar, con consignas que se repetían o renovaban.

“Gobierno, escucha, veterinaria en lucha”, “Esta pastilla no nos la tragamos”, “Nuestra vocación no es explotación”, “Veterinaria no se vende, se ama y se defiende”

Otras hablaban de respeto, dignidad, tiempo, condiciones dignas, reafirmándose en una condición, de que eran veterinarios, no delincuentes.

Al llegar al sitio donde la marcha debía concluir, cesaron los pitos, y un representante de la organización leyó un documento, justificando la acción que concluiría en ese momento.

“Por la salud de los animales, la salud pública y el reconocimiento de la profesión veterinaria.”

Así comenzó, con el motivo, titulado con las mismas letras de la pancarta detrás de la cual se ordenó la marcha: “Los veterinarios dicen no al RD 666." “Nuestro criterio no se criminaliza”

La alocución comenzó describiendo: "Hoy, los facultativos veterinarios de toda España nos unimos una vez más para alzar la voz. Lo hacemos por quienes no pueden hablar: los animales, por las familias que los cuidan, por la salud pública que protegemos cada día, y por la dignidad de una profesión esencial que está siendo injustamente atacada.

El Real Decreto 666/2023 y el sistema PRESVET ha impuesto a todos cuantos ejercemos la medicina veterinaria, una normativa injusta, desproporcionada, burocrática y ajena a la realidad.

Una normativa que pone en grave riesgo la salud pública, impidiendo la adecuada atención veterinaria de la salud animal, favoreciendo la aparición de resistencias y poniendo en peligro la continuidad de nuestra profesión.”

Tras comparar el modo de trabajo en otros países europeos, donde las decisiones que se toman están basadas en evidencias científicas y criterios clínicos, llegaron las quejas, hacia una norma que, en España, los criminaliza y les atan las manos porque: “...obligan a seguir tratamientos basados en productos cuyas fichas técnicas están desactualizadas, impiden ajustar las dosis a las necesidades del animal, limitan la prescripción de antibióticos, retrasan los tratamientos y obligan a los propietarios a recorrer farmacias, generan sobrantes de medicamentos, que favorecen la automedicación, imponen cargas burocráticas, castigan a los facultativos con sanciones desproporcionadas que pueden llegar hasta 1,2 millones de euros por simples errores administrativos.”

Antes de concluir el alegato con las exigencias, el portavoz de los veterinarios expuso su preocupación por el creciente abandono de la profesión por parte de compañeros que ya no pueden más.

Por todo lo expuesto, exigieron la derogación inmediata del RD 666/2023 y del sistema PRESVET, poder suministrar los medicamentos a los animales que están bajo sus cuidados, flexibilidad en la prescripción, y sobre todo, que se escuche a los veterinarios, respetando su voz como profesionales sanitarios.

El acto no podía terminar sin el agradecimiento a la ciudadanía, por el apoyo a una lucha que es de todos, al estar en juego la salud de los animales, que es precisamente donde comienza la salud de todos.

Antes de retirarme, escuché al portador del cartel: “¡Políticos ni farmacéuticas hacen medicina veterinaria, ¡Déjennos trabajar!”, comentar, con gente cercana, la satisfacción por el resultado de la manifestación.

Sonreían y me dije: si ellos están contentos, yo también debería estarlo.

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