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El plan de Gaza

Por Julio Fajardo Sánchez
jueves 06 de febrero de 2025, 10:56h

La secretaria de prensa de la Casa Blanca ha aclarado el plan de reconstrucción de Gaza. Está claro que ésta es necesaria a la vista de las imágenes que nos sirve la televisión. Entonces es lógico que el realojo sea temporal, al menos hasta que se acaben las obras. Ya se sabe que lo mejor sería meterlos en barracones por los siglos de los siglos y rechazar cualquier propuesta de recuperación en una zona devastada, máxime cuando se trata de crear una actividad económica que mejore las condiciones de vida de sus habitantes. En este sentido va la protesta de medio mundo que ve deportaciones y pelotazos prefiriendo mantener la situación de pobreza extrema. No defiendo a Trump, pero tampoco me gusta la demagogia. La reconstrucción de Alemania después de la guerra convirtió a ese país en el más próspero de Europa. Por el contrario, los que tuvieron la desgracia de caer en el este sufrieron las carencias de un régimen comunista y el resultado final ha sido que allí se desarrollan los más importante gérmenes de la extrema derecha. He escuchado a comentaristas como Antonio Maestre hablar de limpieza étnica y esto no es así. Sería conveniente que alguien explicara a dónde van esas personas que se han quedado sin casa mientras se la reconstruyen. Luego está lo de los dos millones. ¿Alguien podría pensar que se puede levantar una urbanización turística donde antes cabía tanta gente? Sería como transformar toda Canarias y darle un único uso. Nos estaríamos volviendo locos si pensáramos tal cosa.

La secretaria de prensa norteamericana ha aclarado la situación, pero la izquierda dice que da marcha atrás debido al rechazo global. Este debate es parecido al que se plantea en España con el problema de la vivienda. Si se construyen nuevas se le estará dando opción a la especulación y al pelotazo, mientras los precios no dejan de subir y los jóvenes no tienen ocasión de acceder a unas condiciones de vida dignas. Si por ellos fuera, un sector como el turístico que es fundamental en nuestra economía, tendría que ser extirpado, demoler las urbanizaciones y regresar a la situación de hace 60 años, cuando no había aeropuerto ni autopista y se hacían barracones para albergar a la gente de la zafra. Ya sabemos que el progreso está en contra de los deseos revolucionarios, y que crear mejores condiciones de vida acabaría con la situación precaria de una población que no tiene otro futuro que el de entregarlo a una organización terrorista. Pero por desgracia no todos lo vemos así y de ahí surge la división de opiniones que es tan saludable en democracia, a pesar de que algunos se empeñan en tener la razón por encima de todo.

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