En estos días he tenido el privilegio de poder escaparme a esquiar, con mi familia y unos amigos, a Andorra, un micro-país realmente precioso, con su superficie de 468 km2 y no más de 80.000 habitantes.
Sus paisajes son realmente idílicos, sobre todo para los amantes de la nieve, el frío y el esquí, donde un ambiente totalmente deportivo, hace de él un lugar ideal para descansar y desconectar unos días.
Curiosamente, al ser fiesta en nuestras islas, me he encontrado con varios conocidos y amigos, que disfrutaban también con sus familias de este deporte.
El comentario de muchos en los cafés era la situación actual de nuestro país, las futuras elecciones, lo mal y caro que está todo y un sinfín de quejas que estando en este lugar, parecen ficción.
Todo ello me lleva a preguntarme, ¿realmente hay una doble vida?, ¿nos quejamos sin sentido, sin ser conscientes de los privilegiados y agradecidos que deberíamos de estar, simplemente por el hecho de estar allí?
La mayor parte de la gente que me rodea, mal que bien, viajan, se van de vacaciones, descansan puentes y vacaciones y disfrutan de la vida, no obstante, esa queja es constante, buscando ser felices sin ser conscientes de que ya lo son simplemente por el hecho de ser unos privilegiados por poder estar ahí.
Sin embargo, puede ser que ¿esto no sea la felicidad?
¿Esas personas están haciendo lo que realmente quieren hacer o se dejan llevar por lo que toca hacer, o lo que está de moda si quieres ser guay?
¿Sabemos disfrutar de la vida?
Estas y muchas más son mis preguntas cuando veo que, rodeados de ostentación, lujo y bienestar, seguimos quejándonos y no siendo felices.
A mí me gustaría preguntarles a estas personas, ¿qué cosas tienes que hacer en tu día a día para estar estos días ahí que te alejan de la felicidad?, ¿Si pudieras elegir, a que te dedicarías?, ¿crees que estás haciendo lo que has venido a hacer a este mundo?
Yo me siento una verdadera privilegiada porque tras muchos años buscando en que soy buena y cual era mi misión en esta vida, lo encontré gracias a la Cabalá, esta fantástica herramienta que comencé a estudiar hace unos cuantos años.
Fui consciente de que el trabajo que hacemos solo es el juguete que Dios nos ha puesto entre las manos para realizar nuestra misión de vida y empecé a disfrutar con lo que hacía y todo comenzó a fluir de una manera inconsciente y certera.
Cuando estás donde tienes que estar, comienzas a crear tu propia realidad y todo a tu alrededor parece fluir de una manera mágica.
Entonces, desde ese punto, soy capaz de crear mi propia realidad y comienzo a disfrutar de todo lo que me ocurre, puesto que soy consciente de cada cosa que me ocurre, de las personas de las que me rodeo y de cómo puedo ayudar a los demás con mi trabajo diario.
SI decido seguir mis pasos reales y cumplir mi misión en esta vida, la realidad que puedo crear, es la que mi mente quiere que cree y para ello, solo tengo que alinearme, holísticamente, esto es, en cuerpo, mente y espíritu.
Evidentemente no todos los días serán una fiesta de cumpleaños, seguro que tendré días difíciles y momentos que me gustarían no tener que pasar, no obstante, ese es el camino que he de transitar si quiero aprender y crecer en esta vida que he elegido vivir.
Yo soy la creadora de mi propia realidad, con lo bueno y lo malo, con cada lección que aprendo y con las que enseño a los demás y solo depende de mí, cómo quiera transitar esta existencia.
Cuando todos aprendamos a crear nuestra realidad, la vida será más sencilla y cambiaremos todo aquello que no podemos cambiar ahora porque estamos supeditados a nuestras creencias limitantes que hacen que solo veamos lo feo y malo del mundo.
Les invito, queridos lectores, a que cambien su realidad y creen la vida que quieren tener entre sus manos, ¿me acompañan a esta nueva mátrix que será su vida?