El primer producto conocido de Pfizer para la mayoría de la población fue la pastilla azul con forma de rombo, potenciadora de la virilidad. De eso hace ya 25 años. Hoy en día Pfizer es una de las marcas más conocidas a nivel mundial.
En asociación con BioNTech, Pfizer trajo la primera vacuna contra la Covid-19 a España.
La vacuna de Pfizer/BioNTech, al igual que la de Moderna, emplea una técnica totalmente innovadora en humanos: el ARN mensajero (ARNm).
¿Qué es eso del ARN mensajero? De forma sencilla, se puede decir que, hasta ahora, las vacunas inoculaban un germen atenuado o inactivado con el fin de despertar una respuesta inmunitaria en nuestro organismo. La urgencia de la pandemia ha propiciado su experimentación en personas. Así lo reconoce la Asociación Española de Vacunología al afirmar que ninguna vacuna de ARN mensajero se había ensayado antes a gran escala. Esta es la primera vez que se hace y afirman que “si se demuestra que esta tecnología funciona, la pandemia nos puede ayudar a pulsar el botón plug and play (enchufar y usar) en un nuevo abordaje de la Vacunología moderna”... Si funciona.
En este mismo sentido se manifiesta Stefan Oelrich, miembro del Consejo de Administración de Bayer y responsable de la división de Europa y Oriente Medio, que ha reconocido que sin la pandemia, esta “terapia génica” del ARN mensajero (así la califica, y no como vacuna) hubiera encontrado el rechazo del 95% de la población.
La experimentación en nuestros cuerpos de una terapia génica experimental supone otra muestra más de que el miedo nos lleva a tomar decisiones que sin él ni siquiera nos habríamos planteado. Lo delicado de estas decisiones es que, una vez tomadas, pueden ser irreversibles y sus consecuencias, para toda la vida. Esperemos no habernos equivocado y podamos pulsar el botón plug and play en el futuro, compartiendo el optimismo de la Asociación Española de Vacunología.
Si fuentes oficiales como las que les he citado están a la espera de ver si funciona una nueva terapia génica (así la llaman) en humanos a modo de plug and play, permítanme entonces que, a partir de ahora, entrecomille la palabra vacuna cuando me refiera a las que emplean este técnica experimental que, ni siquiera tiene aprobación de los organismos oficiales, sino una autorización. Me desprenderé de las comillas cuando pase el tiempo y los resultados esperados sean satisfactorios.
Estas nuevas “vacunas” contienen un ARN mensajero creado en un laboratorio que enseña a nuestras células a producir un proteína, la proteína Spike (pico o espiga) que se encuentra en la superficie del virus. Nuestro sistema inmunitario detecta que esa proteína no debe estar ahí y actúa descomponiendo y eliminando el virus.
Los especialistas afirman que el ARN mensajero no llega al centro de la célula que es donde está nuestro ADN y, por tanto, no puede modificarlo. Los más críticos ponen esa afirmación en duda y opinan que sí podría alterar nuestro ADN. El tiempo dirá.
Existe un estudio de julio de 2021 (The Pfizer mRNA vaccine: pharmacokinetics and toxicity) realizado por el profesor y doctor en microbiología Michael Palmer y el profesor y microbiólogo Sucharit Bhakdi (gurú para algunos y calificado como fuente de “desinformación” en Wikipedia) sobre el uso de la vacuna de Pfizer en animales que concluye que poco después de la vacunación se producen efectos adversos como la coagulación de la sangre con el riesgo de ataques cardíacos, derrames cerebrales y trombosis. Esta afirmación me hace sonar la alarma sobre los casos de personas conocidas, algunos deportistas de primer nivel, que están teniendo problemas de corazón en los últimos meses. Algunos de renombre. Existe una recopilación de numerosos casos en deportistas, llevado a cabo por un diario alemán (Report 24).
Según la mencionada Asociación Española de Vacunología, el ARN se fabricó en la semana posterior a la publicación del genoma del SARS-CoV-2, significando un hito nunca visto debido a la velocidad con la que se consiguió.
A Pfizer se le han conocido algunos escándalos. Según el diario Público, Pfizer fue condenada por manipular los resultados de sus ensayos clínicos sobre el medicamento contra la epilepsia, Neurontin, para mejorarlos. Por ese motivo, en 2004 pagó más de 300 millones de euros para evitar un juicio en Estados Unidos. En 2009 pagó una nueva multa de 1.600 millones de euros por promocionar usos alternativos de otros cuatro medicamentos.
Ahondando en este tema, la prestigiosa publicación British Medical Journal publicó el año pasado que un denunciante interno de Pfizer aportó docenas de documentos internos, fotos y grabaciones sobre algunas malas prácticas como, por ejemplo, la falsificación de datos, el empleo de vacunadores no capacitados o el seguimiento tardío de los efectos adversos informados.
Además, Pfizer se ha visto obligada a retirar todos los lotes de fármacos antitabaco aprobados por la FDA en 2006 porque parece ser que tienen más riesgo de producir cáncer que el propio tabaco. La FDA, por cierto, está formada en su mayoría por exempleados de Pfizer o tienen conexiones y trabajos remunerados de esta corporación. La FDA (Food and Drug Administration, por sus siglas en inglés) es la agencia gubernamental de Estados Unidos responsable de la regulación de alimentos y medicamentos. Al ser el organismo que autoriza el uso de las vacunas en Estados Unidos entran en claros conflictos de intereses.
Por último quiero resaltar las palabras de Michael Yaedon, que ha trabajado durante 32 años en la industria farmacéutica y fue científico jefe y exvicepresidente de la la división de alergia y respiración de Pfizer. Este científico es considerado como antivacunas por sus críticos y él, se ríe de esa afirmación al haber amasado una gran fortuna durante años, precisamente, por las vacunas. Pero dice que esta nueva “vacuna” es diferente. De engaño, la califica. Ha sido muy crítico con el confinamiento, el uso de mascarillas y la posible obligatoriedad de estas “vacunas”, conminando a parar inmediatamente su inoculación.
Pfizer tiene como accionistas mayoritarios a, lo han adivinado, Blackrock y Vanguard. Blackrock es, al igual que la Fundación Bill y Melinda Gates, accionistas del BioNTech.
Recopilando, los hechos son los siguientes: Que Pfizer (y Moderna) ofrecen una “vacuna” que rompe con las técnicas de las vacunas anteriores, empleando una terapia génica experimental en humanos. Que, de no haber sido por la pandemia, hubiera generado el rechazo del 95% de la población. Que la empresa creadora tiene un pasado de malas prácticas orientadas a manipular en su beneficio los resultados de sus medicamentos. Que está participada por los poderosos, quienes también dominan los medios de comunicación a nivel mundial. Que alguno de sus medicamentos han sido retirados por peligrosos y que quienes dan la autorización para el uso de las vacunas tienen conflictos de intereses. Tenemos un caldo de cultivo interesante para entender el movimiento dudacionista sin necesidad de ser negacionista ni antivacunas.
Otro hecho a tener en cuenta es que Pfizer es una empresa muy lucrativa. Gracias a la “vacuna”, el beneficio neto del segundo semestre de 2021 ha aumentado en un 53% respecto al mismo periodo del año anterior. Es decir, la inyección de unos ha supuesto la inyección de beneficios para la compañía proveniente de la “vacuna” es de 3.616 millones de dólares en medio año.
No es de extrañar que su presidente, Albert Bourla, afirme que no están escatimando esfuerzos en vacunar a todo el mundo y haya distribuido más de 1.000 millones de dosis por todo el mundo. Este presidente es el mismo que vendiera las acciones de la compañía por 5 millones y medio de dólares el mismo día que fue autorizada (que no aprobada) su “vacuna”, obteniendo pingües beneficios a nivel personal.
Según un conocido axioma de la Economía de la Empresa, rentabilidad y riesgo siempre van de la mano. Normalmente mayor rentabilidad requiere un mayor riesgo. Qui no arrisca, no pispa, como dicen los catalanes. En este caso, el riesgo (y no es económico) lo asumen unos y los beneficios, otros. Los de siempre. Solo espero que el riesgo que como sociedad hemos asumido en esta empresa no sea mínimo sino nulo.