OPINION

El velo en el trabajo

Francesca Jaume | Lunes 27 de febrero de 2017
Paso de hablar de Urdangarín. No he leído la sentencia, aun. Hay otra cuestión que me preocupa más, y es el de la convivencia en nuestra sociedad.

La semana pasada fue noticia una sentencia estimatoria para una señora que, de buenas a primeras, empezó a ponerse velo y reivindicar su uso en un puesto de trabajo donde antes ella misma no lo llevaba. La empresa le dijo que “nanái” de la China, y eso le sirvió para adquirir notoriedad gracias a una pretendida peregrinación por los medios de comunicación. Me gustaría saber qué me diría la sra. magistrada-juez si en el próximo juicio que tenga en este Juzgado de lo Social de Palma se me ocurre ponerme un rebosillo por encima de la toga.

En fin, como quiere la cosa que la cuestión ha sido polémica, este digital realizó una encuesta entre sus lectores quienes, en un 85%, consideraron que el velo tendría que estar prohibido en el trabajo. Ello, porque anteponen la libertad del empresario de elegir la imagen o uniformidad de sus trabajadores a la libertad religiosa consagrada en la Constitución.

Se podría pensar que, siendo así, lo que harán los empresarios, ante este precedente, será poner en los contratos de trabajo cláusulas en las que se prohíba el uso del velo, no obstante, los derechos fundamentales son irrenunciables, por lo que el contrato será papel mojado.

En el fondo, el tema del velo es cuestión de sensibilidad personal. Hay quienes tienen doble vara de medir entre la fe musulmana y la cristiana, justificando la primera y demonizando la segunda. Suelen ser personas de corte progresista, hecho que me llama la atención puesto que el velo es, sin lugar a dudas, una expresión de relego de la mujer a un segundo plano. No justifico las barbaridades de igual índole que se dicen en el Antiguo Testamento, pero al menos éstas parecen bastante superadas.

Decía una conciudadana mía -musulmana-, que si fuera por ella no llevaría velo, pero que se lo pone porque de lo contrario a su marido le dirán que su esposa es una prostituta, y que por la honra de él lo tiene que hacer. Por lo tanto, de libertad, nada.

Está escrito en el Corán (quien no me crea que lo busque), que “.... aquéllas cuya rebeldía temáis, amonestadlas, no os acostéis con ellas, pegadles; pero si os obedecen, no busquéis ningún medio contra ellas. Allâh es siempre Excelso, Grande". Es decir, que la religión ampara el castigo verbal y físico contra aquella mujer que no actúe conforme los designios de su marido.

Desde que se inició la ola inmigratoria proveniente del Magreb, escucho decir que no tenemos que hablar de integración, sino de intercambio. Por supuesto, tenemos muchas cosas de procedencia árabe en nuestra cultura de las que no somos conscientes (sistema de regadío, toponímia, apellidos, escalas musicales…), y la realidad es que cada vez más hay nativos españoles que deciden convertirse al credo islámico. El problema es cuando este intercambio significa que la gran aportación realizada por la religión de Mahoma es el velo. Lo siento, pero a este intercambio yo no juego.

En conclusión, y ya que es más importante el derecho a la libertad de religión que el de la imagen en el trabajo, yo pregunto, ¿Qué es más importante, la libertad de religión o el derecho a la igualdad y prohibición de discriminación por razón de sexo?

Para mi está claro.

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