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Precariedad infinita

lunes 29 de septiembre de 2025, 22:22h
Por Aitor Montelongo

Hace días, hablando con un colega, me decía que está hasta las narices de ver cómo él y su mujer, trabajando como cosacos y habiendo hecho las cosas como nuestros viejitos nos decían… —lo de estudiar, formarse, que un lápiz pesa menos que un martillo…— Con todo y con eso, no consiguen salir del pozo.

Se sacó su carrera, hizo un par de máster, prácticas… Todo gracias a los sacrificios que nuestros padres hicieron para darnos las oportunidades que ellos no tuvieron. Y al final, para nada, me decía, desde que empezó a currar siente que está viviendo en un bucle constante de precariedad.

En el piso en el que vive finaliza contrato en un año y lleva buscando algo similar desde hace meses, pero es imposible. Los precios están disparados y lo de comprar una vivienda ya es una locura, ¿De dónde va uno ahorrar casi el 30 % de lo que vale cualquier piso, si vas hacer la compra y dos bolsas son 50 euros? Al final, nos veremos en la calle, me decía, y nosotros no hemos hecho nada mal. No hemos robado, no hemos dejado de trabajar, no nos damos grandes lujos… Todo lo que hemos hecho es tener dos hijos y vivir humildemente. Me acuesto y solo me dan ganas de llorar y mandarlo todo a la mierda, que mas quieren que hagamos si no podemos ni ir a comer fuera un fin de semana. El sistema nos revienta.

Resulta que en Ofra están terminando de construir unos pisos de obra nueva y le dicen que el metro cuadrado lo están vendiendo a 3000 euros, ¡Eso quiere decir que un piso de 70 metros cuadrados cuesta 210.000 euros! Y ya no entro a valorar si lo vale o no lo vale, pero lo que es seguro es que con un sueldo normal es imposible comprar nada. Tendría que vivir dos vidas para poder ahorrar una entrada de ese tipo. Al final, tendremos que irnos a casa de los viejos, ahí todos apretados, y dar gracias que esa casa fue de las que dio el Estado en los 80 y está más que pagada, porque si no, ¿cuál era la alternativa?

Después de darle todo el ánimo posible y decirle que la siga peleando, que al final se sale de las situaciones chungas, pienso que esto no es solo un problema individual, es el problema de miles de canarios y canarias. La precariedad infinita a la que nos han llevado los gobernantes que están y han estado en el poder, porque aquí, por desgracia, no se salva ni el tato; y comienzas a entender por qué los discursos de odio van calando y el desasosiego político se extiende tanto.

Como me seguía diciendo el colega, no puede ser que un tipo que iba de izquierdas, que todos pensamos que iba a hacer algo por la clases trabajadora, llegue y ahora meta a sus hijos en un colegio de 500 pavos al mes y tenga un casoplón fuera de los barrios trabajadores, y a su vez, que el otro día estuviera pidiendo dinero para su bar, ¿Estamos locos o este tipo se piensa que somo gilipollas? Que yo tengo que sacar una tarjeta para poder pagar los libros y los uniformes del colegio.

Solo me quedaba darle la razón y decirle que es cierto todo lo que está diciendo, de principio a fin, pero que hay muchísima más gente en Canarias que piensa igual. No nos queda de otra que unirnos en la brega y empezar a pelearla juntos, sin esperar por los señoritos de Madrid, ya sean de la derecha rancia o de la izquierda elitista que decide desde las terrazas de los mejores áticos de la capital, que no saben lo que es llegar a fin de mes desde el día 15 o que no se ponen a rezar cuando oyen un ruido raro en la lavadora… Ni vamos a esperar tampoco por los falsos nacionalistas del modo canario de hacer política, que nos dicen que no nos preocupemos porque el mercado se regula solo. Y en eso tienen razón, se regula solo, pero a peor.

Aitor Montelongo, portavoz de Drago Santa Cruz de Tenerife

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