El cigarrón palo palmero habita principalmente en formaciones de tabaibal de la costa palmera. Su distribución extremadamente restringida, su baja densidad poblacional y su comportamiento críptico, es decir, que se oculta entre la vegetación al menor movimiento, lo convierten en un reto para los investigadores. Para detectarlo, a menudo es necesario que dos personas rodeen simultáneamente una tabaiba. Ante estas dificultades, el equipo científico está desarrollando nuevas metodologías no invasivas, como el monitoreo acústico mediante sensores que graban el canto de las hembras. Esta tecnología podría permitir localizar poblaciones antes desconocidas y estimar su número sin alterar su comportamiento.
“Es fundamental comprender sus ciclos naturales, que pueden incluir años de muy baja abundancia seguidos de repuntes poblacionales. Sin una serie de datos larga en el tiempo no podemos saber si estamos ante una recuperación o solo una fluctuación temporal”, añade Ruiz. Conservar al cigarrón palo palmero no es solo proteger a una especie única; es también evitar el colapso progresivo de un ecosistema insular extremadamente frágil. “En ecosistemas insulares como los canarios, perder un solo engranaje puede poner en riesgo la estabilidad de toda la red ecológica”, advierte Ruiz. Por esta razón, el proyecto CanBio ha establecido una red de monitorización de los efectos del cambio climático en las especies más amenazadas de Canarias, como se realizará próximamente con el caso del cigarrón para recabar datos, que se está realizando hasta el momento.
ble que ya se hayan perdido muchas sin que hayamos llegado siquiera a conocerlas”, advierte Ruiz. “Es como un incendio en un edificio: si no sabemos dónde están las llamas, no podemos apagarlo. Necesitamos datos sobre dónde están las poblaciones vulnerables, cómo interactúan con otras especies, qué efectos tienen las especies invasoras o el cambio climático. Sin esa
Por ello, el proyecto insiste en la necesidad de monitoreos prolongados, sistemáticos y no invasivos, que permitan observar las dinámicas reales de las poblaciones a lo largo del tiempo. Solo así será posible diferenciar entre fluctuaciones naturales y tendencias preocupantes, y establecer estrategias de conservación que garanticen la viabilidad de especies tan singulares como el cigarrón palo palmero, emblema de la biodiversidad insular y centinela de los cambios ambientales que afectan a los ecosistemas de Canarias.