OPINION

Nada es lo que parece

Daniel Molini Dezotti | Sábado 22 de marzo de 2025

Pronto las letras, que transformadas en palabras viajaban horizontales y paralelas a los márgenes del folio, de pronto comenzaron a adquirir una dirección cuesta abajo, como si estuviesen siendo empujadas por la atracción de la gravedad de algún acontecimiento a punto de suceder.

Por un momento, tras un punto y aparte, el texto, manuscrito, dio la impresión de que podría remontar la caída, pero no, al continuar la lectura, el destino llegó, inexorable.

Mientras redacto este artículo, tengo frente a mí el trabajo que hicieron los chicos de un colegio de Entrevías, cuyo texto me llegó gracias a Javier Fonseca.

Y ahora, como nada es lo que parece, me toca explicar algo en relación con el artículo publicado en este mismo medio la semana pasada, donde exponía el encuentro con unos alumnos y su profesor en la muestra de CaixaForum dedicada a los dinosaurios de la Patagonia.

Yo interpreté, equivocadamente, que eran los fósiles de las enormes criaturas quienes habían convocado a los estudiantes allí, pero dejemos que lo explique Javier, la persona que conocía la verdad.

“Tal y como quedamos, te envío el trabajo que hicieron los alumnos y alumnas de 2° ESO del colegio Santa Rafaela María, de Entrevías (Madrid). Te cuento que esta actividad se llama “Escritura en vivo” y llevamos (escueladeescritores.com) catorce años haciéndola en CaixaForum con Institutos.”

Como ocurre a veces, la realidad tropieza con los tiempos, y en este caso me llegó -la realidad- cuando el asunto de los mastodontes estaba en la redacción. Como me parecía interesante y no traicionaba gravemente a lo acontecido, lo dejé tal como estaba, sabiendo que podría repararlo con un segundo comentario.

Así se lo hice saber al responsable del taller de escritura, al tiempo que le pedía autorización para publicar lo que voy a contar, y lo primero es transcribir el trabajo de los chicos, los mismos a los que yo trasladé mi experiencia en la muestra, interpretando que me estaban entrevistando, con la ilusión de verme reflejado en los papeles escolares.

“Era un día normal, 10 de marzo, un día normal para cualquiera, o eso parecía ser.

El instituto Santa Rafaela María planeó una excursión a Caixaforum, debido a que les interesaba el tema. La profesora Yara nos ayudó a ir hacia la excursión en bus, ya llegado allí, estuvimos haciendo un taller y todo iba correcto y normal hasta que un señor sospechoso nos paró a siete de los alumnos para preguntar que si estábamos solos nosotros.

Asustados y sorprendidos, nos fuimos corriendo hacia la planta de arriba, ya que nos miró detenidamente, sonriendo y diciendo; “no lo pasaréis bien”

Después de subir arriba, estaba todo apagado y decidimos entrar, y de repente, María e Isabel, dos señoras, nos ayudaron a salir de ahí, ya que leían el futuro y sabían que hoy no iba a ser un día bueno para nosotros.

Mientras que, Daniellini, un gran periodista, se cayó al suelo por una mala muerte en la entrada al museo. Tras verlo nos fuimos corriendo aterrados y encontramos a Miguel el profesor, quien nos ayudó a huir.”

Hasta aquí los chicos, perpetrando una mala muerte en vez de ponderar mi trabajo de corresponsal audaz.

Los equívocos, no pocas veces, cuando se intentan enderezar, en el caso de que estén torcidos, nos regalan relaciones, amistades, proyectos.

La carta de los chicos no lleva firma, por eso no puedo mencionar sus nombres, solo recuerdo las caras risueñas de tres de ellos, los otros 4 estarían ocultándose detrás de columnas, para evitar la amenaza que las anunció el señor, de aspecto sospechoso, en la antesala de la exposición.

Y como ahora sí es posible que me lean, porque voy a mandar este texto al responsable de la escritura en vivo, quiero decirles que mientras siga existiendo profesores que motiven a los niños a descubrir, adultos que estimulen la escritura, profesores que investiguen e instituciones que difundan, seguimos teniendo futuro.

Y en el futuro están las historias, justo en el lugar que, según sus propuestas, ayudan a “buscarlas, construirlas, habitarlas, contarlas, sentirlas”.

Eso explica en su página el taller para personas mayores que organiza CaixaForum, institución con “propuestas orientadas a fomentar la creatividad y la imaginación, ya que su desarrollo aporta bene­ficios a la salud física, cognitiva y emocional durante todo el ciclo vital.”

Eso, por un lado, por el otro, la labor de la escuela de escritores, cuyos miembros aseguran en sus talleres para colegios e institutos, que “No todo es correr, también hay que parar, descansar y dejar que la imaginación recupere fuerzas. Este taller de cuentos es una pausa para darlo todo hasta el último minuto del partido...”

Mi interlocutor, Javier Fonseca, a quien tuve el gusto de saludar desde lejos con una sonrisa, es autor de Literatura Infantil y Juvenil, con decenas de publicaciones a su nombre o bajo seudónimo (Isaura Lee).

Por una vez los dinosaurios, sumados a niños curiosos, me sugirió el nombre de títulos a los que tendré que visitar: “Pastel de moras”, “El visitante del otro lado” o “Amigos imaginarios”.

“Daniellini” si es que se parece a mí sigue vivo, y les da la oportunidad a quienes lo "mataron de mala muerte", que lo resuciten para que pueda tener una segunda oportunidad. Siempre se está a tiempo para hacer las cosas mejor, pero para eso hay que estar vivo.

Por cierto, ya me olvidaba, del dos al seis de abril, el literato Javier estará en Los Llanos de Aridane, donde se celebra, desde hace cinco años, un festival de Literatura Infantil (FestiLIJ Aridane) en el que participan colegios e institutos, idea nacida para recuperar las bibliotecas de centros escolares dañadas tras la erupción del volcán.

Finalmente, dicho lo dicho, considérese resuelto el equívoco.


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