Una iniciativa didáctica de educación en valores en la que la interdisciplinariedad se abracen ofreciendo argumentos para que la literatura, el arte, la música y las ciencias experimentales sumen elementos que despierten la curiosidad y el asombro, y que generen un proceso de descubrimiento de los valores de la mano de una creatividad que despierte la excelencia ética en el alumnado. De esto trata el taller que lleva el nombre del “Velero de Cristal”. La cristalografía, esa ciencia que describe la realidad interna de la materia y cómo se modifica en sus distintos estados, se convierte en la herramienta para que la literatura -la novela de José Mauro Vasconcelos- se traduzca en arte, expresión literaria y sueños de bien y verdad que reconozcan como valores.
Detrás de esta iniciativa de un grupo internacional de docentes universitarios de Scholas Catedra, iniciativa que promueve el Pacto Educativo Global y es dinamizada por la Universidad del Sentido, hay una llamada a generar cultura del Encuentro y del Cuidado. Porque la sociedad atraviesa muchas veces aguas turbulentas, vientos fuertes, se hace necesaria una transparencia creativa que reconozca que la educación debe servir para la comunión y el encuentro. La guerra no necesita maestros. Las rivalidades son tribales y ancestrales. La civilización se genera por la suma de los distintos, por el encuentro dialógico con otros que, más que objetos, son ámbitos de relación. Somos lo que los encuentros que hemos podido tener nos ofrecen como piezas que cosen nuestra identidad.
No es ya una experiencia teórica. Ha sido evidenciada por la generosidad de un grupo de docentes de Educación Primaria en Argentina, por el ánimo generoso de las participantes de Colombia y por el alumnado del Área de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de La Laguna. Un granito en medio de una montaña. Una gota de agua en un océano que necesita asideros estables para los futuros navegantes de la existencia. Una experiencia digna de ser replicada porque no busca enseñar, sino facilitar el encuentro con la belleza y la verdad que sueña nuestra realidad concreta.
Aún me resuena la voz emocionada y agradecida de la experta en cristalografía de Buenos Aires, Argentina, cuando compartía el fruto de la experiencia vivida por aquellos niños y niñas que hicieron crecer cristalitos en sus veleros minúsculos como expresión creativa de un encuentro con la literatura y la ciencia. Donde hay un niño que se asombra ante algo real, puede nacer la vocación científica. Porque se busca y se indaga cuando la lupa de nuestra curiosidad se dirige hacia el deseo de descubrir.
El "Velero de Cristal" emerge como una propuesta educativa que va más allá de la mera transmisión de conocimientos. Esta experiencia, ya probada en diferentes contextos geográficos, no solo valida su potencial transformador, sino que también subraya la profunda necesidad de replicar modelos educativos que prioricen la belleza y la verdad sobre la memorización. Un espacio donde la ciencia y el arte se entrelazan para encender la chispa de la vocación y el deseo de indagar, construyendo así una generación más consciente, empática y preparada para enfrentar los desafíos del mañana con una mirada de transparencia creativa y un espíritu de cuidado.
Donde aparezca la mirada de asombro de los niños, hay esperanza.
Si (
No(
