Que Arzalluz y Otegui sean noticia en la misma semana nos retrotrae a los duros 80; esos años en los que además de la movida empezábamos y aprendíamos a vivir en democracia con un militar o policía asesinado habitualmente; después se pasó a los políticos, del PSOE y del PP. Célebre es la frase de que uso ponen lo muertos y otros los asesinos. O dicho de otro modo, “es necesario que unos agiten el árbol para que otros recojan las nueces” Arzalluz sic.
Ha muerto el jefe que nunca quiso ser Lehendakari. No lo necesitaba. De verdad que no lo siento. Quizás no soy suficientemente caritativo o buena persona pero estoy convencido que no contribuyó a la paz. Más bien al contrario. Espero que su formación eclesiástica le haya sido de utilidad en el momento de su muerte, pues en la vida no fue un hombre piadoso. Nunca estuvo con los que morían, como gran parte de la Iglesia vasca que, debería hacer examen de conciencia, y a lo mejor, pedir perdón. Espero, en definitiva, que esté donde merezca.
Dos egregios políticos de este siglo, Zapatero e Iglesias, han considerado a Otegui como un hombre de paz. O no saben que es un hombre de paz o su ignorancia no tiene límites. Como dijo un gran escritor vasco, Pio Baroja, la incultura (o el carlismo) se cura leyendo y el nacionalismo viajando.
La última hazaña de Otegui, no importa que les cite su amplio curriculum de desmanes, es invocar la ausencia de Ernest Lluch a día de hoy. Es sabido, quizás Iglesias y Zapatero lo ignoran, que murió asesinado vilmente por eta en el año 2000, sin la mínima posibilidad de defenderse. Dudo de la condición humana de Otegui.
Los años 80 fueron, sin duda, unos años apasionantes que el tiempo se ha encargado de, en algunos casos, mitificar pero también unos años llenos de peligros, de asesinatos, de ruido de sable, de terrorismo de estado para combatir el otro terrorismo. Una sociedad madura, con un mínimo de dignidad y autoestima no le pondría a Otegui un micro delante suyo; en los 80 ya se pronunció y lo que puede salir hoy es de una indecencia y primitivismo insuperable. Que salga de una vez de nuestras vidas pues renunció a la libertad de expresión cuando opinaban a tiros. Que pasen un buen día.