Las movilizaciones de pensionistas y jubilados han demostrado que somos un colectivo heterogéneo pero unido en cuanto tenemos claro cuál es nuestro objetivo: defender a capa y espada el derecho que nos pertenece a tener una jubilación digna, sea cual sea nuestro nivel de renta.
Nuestra Seguridad Social se financia a través de un sistema de reparto, que se nutre de los ingresos de las cotizaciones a la Seguridad Social de cada año y se destinan a pagar las pensiones de ese mismo ejercicio. Pero, claro, al existir cada vez más pensionistas por cada cotizante y debido a la inversión de la pirámide poblacional, así como a la tasa de paro, el desequilibrio entre gastos e ingresos aumenta notablemente, sin olvidar la longevidad de los españoles que supone retribuir a los mayores más tiempo del existente hace diez años, por lo que las cotizaciones para sufragar el gasto puede terminar en un colapso de suma importancia.
En España se ha separado la caja de la Seguridad Social, su hucha y su financiación, de la caja general del Estado, cuando sólo en 8 de los 28 países de la Unión Europea las pensiones se financian exclusivamente con cotizaciones sociales y en la mayoría de países hay alternativas de financiación. Así, por ejemplo, en Dinamarca, más del 40% de la pensión final de los trabajadores se financia con ingresos generales; mientras que en Francia se creó en su momento un impuesto para el abono futuro de las pensiones públicas, siendo en la actualidad el segundo tributo en recaudación después del IVA.
¿La controversia sobre el fondo de reserva de las pensiones es real o ficticia?. Es ficticia e interesada porque las pensiones futuras no dependen de que se haya dotado un fondo de reserva en el pasado sino de que se obtengan excedentes reales en cada momento. Si dichos excedentes no existen, o no son suficientes, obviamente el fondo de reserva durará lo que tenga que durar, se irá vaciando. Y eso es lo que ha pasado.
El número de ocupados ha descendido en un millón de personas desde que al cierre de 2008 había cerca de 20 millones de ocupados y a finales de 2017 no llegaban a los 19 millones. Pero es que, además y para mayor escarnio, los salarios medios y medianos no han subido. Por contra, en ese período el número de pensionistas aumentó en más de un millón, pasando de los 8,3 millones a finales de 2008 a los casi 9,6 actuales. Se incrementa la esperanza de vida, mientras nuestra tasa de natalidad se sitúa entre las más bajas del mundo, por obra y gracia de un modelo productivo que solo beneficia a rentistas y ahoga a las familias jóvenes.
Tiene que haber un cambio de financiación de las pensiones y de nuestro modelo productivo, ya que si se continúan fijando las pensiones según lo que se estima que se puede recaudar por cotizaciones implicará que, por lo menos, se tendrán que reducir en un 50%, lo cual es un disparate, por lo que deben implementarse medidas a corto, medio y largo plazo y que, obviamente pasan por un acuerdo intergeneracional que permita unas condiciones de vida más dignas para nuestra juventud, mientras que a su vez se corrigen los problemas de las pensiones públicas bajo el actual sistema de reparto.
Las pensiones tienen que tener un debate serio y claro, aunque decir esto no sea nada nuevo, pues España que viene haciendo reformas de pensiones desde el año 1985 tiene que centrarse, de una vez por todas, en aumentar los ingresos para su sostenimiento, llegando incluso a elevar las bases de cotización, que es algo que se olvida, y de lo que muy poca gente habla, que las pensiones máximas están bloqueadas, lo que supone una flagrante discriminación y una gran erosión en la economía de quienes han cotizado de manera elevada, de quienes han ayudado a que la Seguridad Social sea lo que es ahora, y ahora sin embargo, la merma anual entre su salario y la pensión que reciben de jubilado les penaliza doblemente, cuando trabajaban porque cotizaban más que los que cotizaban menos por los mismos servicios y ahora de jubilados por haber cotizado más mientras trabajaban.
No debemos olvidar lo que decía Winston Churchill: “El éxito es la habilidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.”.