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¿Vamos saliendo de esta?

Por Julio Fajardo Sánchez
martes 09 de septiembre de 2025, 19:26h

Daniel Innerarity es un filósofo al que admiro mucho. Leo sus artículos en El País y en La Vanguardia. Es de los que dicen que la división entre izquierdas y derechas no responde a las exigencias actuales. Habla de un mundo de cajas negras a las que no tenemos acceso, donde la transparencia es necesariamente limitada. No lo adscribo ideológicamente. Es difícil en un ambiente dominado por las tecnologías en el que es un experto.

Hace poco vi una opinión suya a raíz de una visita que le hizo a Pedro Sánchez, después de aquellos famosos cinco días en que, según dijo, se planteó renunciar. Lo encontró abatido y derrotado, en contradicción a lo declarado en su manual de resistencia. Era humano. Esta impresión de vulnerabilidad no se corresponde con esa figura tan interesante que resalta Pérez Reverte cuando tiene ocasión de enjuiciarlo. No imagino lo que hablaron, pero el impacto no fue el mismo que le produjo al novelista. Quizá porque el novelista estaba más interesado en componer el diseño de un personaje de excepción. En cualquier caso, lo realmente sorprendente es la historia de su regreso a la política después de haber sido apartado de ella. Puede resultar heroica si no fuera por la mancha de la compañía del Peugeot.

El viaje a la gloria se puede traducir en una visita a los infiernos al descubrir la catadura de los acompañantes. Eso lo ensucia todo, incluso a los lamentos victimistas que Innerarity califica como demostraciones sinceras de humanidad. Relacionar los audios con los personajes del auto es lo peor que le podía ocurrir. Ese es el talón de Aquiles que convierte al periplo glorioso en una acción vulgar de unos golferas que acabaron demostrando lo que realmente eran. Innerarity asegura que le aconsejó no amargarse porque Zapatero también tuvo que soportar la mofa de sus hijas góticas y otras historias. Lo cierto es que han pasado cerca de veinte años y no ha recuperado un carisma rotundo, aunque ande de negociador para todo.

El debate izquierdas derechas está superado, igual que el de las memorias, los odios, los rencores y las cuentas pendientes. Esto lo dicen los que observan la política desde arriba. La realidad es que, a ras del suelo, las cosas siguen igual que siempre, y yo diría que un poco mas cargadas de bombo. Este es el signo de un tiempo que nos toca vivir, pero que tiene escrita su fecha de caducidad. Son los últimos estertores de un cuerpo que va a dejar de ser, relevado por otras modernidades más urgentes. Vivimos de una lucha antigua que no se corresponde con nada de lo que tenemos al alcance de la mano. Como decía Soraya, cada día tiene su afán. Lo malo es que desaparece una vez arrancada la hoja del calendario para ser sustituido por otro.

Y yo me pregunto: ¿tendrá esto que ver con la Inteligencia Artificial? No lo sé, pero sí estoy seguro de que está relacionado con la falta de inteligencia de las personas del común. Anoche ha ido la ex de Ábalos a Telecinco y le han dado una mano de barniz los del corazón. Es un buen comienzo para tratar de recuperar el voto femenino. Las neuronas de Moncloa empiezan a funcionar mientras los otros van a cantar mi limón mi limonero, como si estuvieran en un guateque de fin de curso. Detrás está la sombra de Abascal, como un tiburón dispuesto a saltar sobre el cardumen de incautos alevines. Siempre habrá alguien dispuesto a asaltar el cielo. Ahora le toca a él.

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