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“Fuego en el monte, hielo en el corazón”

Por José Luis Azzollini García
lunes 08 de septiembre de 2025, 10:50h

Como viene ocurriendo de una parte para acá, el fuego hace su presencia en muchos de los montes del país. En esta ocasión la desgracia se ha cebado con Galicia, Asturias, Cantabria, Castilla y León y Extremadura. Y aunque pudiera parecer que la desolación solo afecta a los habitantes de estas comunidades, el efecto amargo que ha ido dejando conforme avanzaba el fuego, nos ha asaeteado a toda la población del territorio nacional. Ha sido un drama, para quienes estábamos muy lejos de la desgracia sufrida, ver las imágenes que nos iban llegando a través de los medios de comunicación. Las lenguas de fuego que ascendían hasta donde no alcanzaba la vista, nos reflejaba fielmente lo que la gente de esos pueblos podía estar sufriendo. Ver correr la línea de destrucción sin conseguir atajarla, dolía y mucho. El corazón se nos encogía con cada imagen y se nos rasgaba el alma cada vez que oíamos a los afectados quejarse de su desgracia. Las pérdidas no solo han sido materiales, sino que en esta ocasión el luto también ha hecho presencia en algunas familias que han perdido a quienes con arrojo intentaron combatir ese fuego hasta con su propia vida.

La devastación, ahora que parece que muchos de los focos comienzan a ser estabilizados, da paso a la cuantificación de los daños. Se habla de cientos de miles de hectáreas las que han visto como el color del paisaje se iba tiñendo de negro. Amplias zonas de pasto verde, han ido modificándose para pasar a ser en estos momentos, una alfombra donde nada se podrá aprovechar. Son muchos los animales que no habrán podidos ser salvados por sus cuidadores. Se nos vuelve a encoger el corazón cuando se ve al ganado vacuno superviviente mirar un suelo negro donde antes veía su rico pasto. Por mucho que se ayude a esos ganaderos y agricultores que lo han perdido prácticamente todo -y sin el casi-, pasará mucho tiempo antes de que puedan volver a sentir las ganas de seguir luchando. ¡Pobre gente! Se cuenta por cientos la cantidad de personas que ha sufrido evacuación y confinamiento lejos de sus hogares, sin saber qué podría estar pasándole a sus propiedades. Por mucho consuelo que se les ofrezca, ¿Cómo se puede conseguir que, lo que todos vemos con el color del tizón, ellos puedan volver a sentirlo con los matices verdes a los que estaban acostumbrados? Desgraciadamente, poco se podrá contar con quienes obtienen su sueldo de la política, pues aunque parezca que el calor del fuego debiera haber llegado a sus corazones -es humano que así fuera-, lo que se capta es el aparente frío hielo que parece correr por cada una cada una de su arterias. Ante las cámaras, por más que determinados periodistas ponen bastante empeño en que nos llegue el sentimiento compungido de la política, lo que hemos comenzado a sentir es más de lo que ya estamos acostumbrando a ver desde los atriles del gobierno y de la oposición. Dicen que el fuego se lleva todo por delante pero parece que, una vez más, nos toca ser testigos de que determinados personajes son incombustibles. Su alma, aparentemente helada por sus intereses y objetivos políticos, nos salpica al resto de la población, congelando también nuestra ilusión de un cambio.

He leído que la mayor parte de este rosario de incendios, ha podido ser provocado. Y aunque también nos ha llegado por la prensa que han habido detenciones, lo que ya no entiendo son las penas que previsiblemente podrían tener, ni las multas con las que podrían verse represaliados. ¿Pero es que después de los incendios habidos en Canarias y los que hubo antes, o se han seguido produciendo en todo el territorio nacional, no ha habido tiempo de legislar con la mano dura que se necesita? El delincuente, una vez más, se sentirá protegido y su maldad no se verá perturbada por algo que realmente les doliera. Una multa proporcionada al daño producido y/o una estancia en la cárcel por un tiempo que le haga pensar, que la crueldad infringida, no pasará desapercibida, entiendo que sería lo que merecerían. Pero, para alcanzar ese nivel de correspondencia, la política debería pensar más en la población a la que se debe y menos en sus objetivos políticos. Pero parece que todo se quedará en alguna comparecencia para tratar el asunto y por supuesto para tener la oportunidad de hundir el prestigio de cada contrincante político. ¡La acción de desgaste debe continuar! Normal cuando a su corazón parece llegar solo el hielo; por mucho que en sus pupilas se capte el rojo del fuego que ahora usan para atacar y/o contraatacar.

Uno de los políticos ha puesto sobre la mesa una propuesta que, sinceramente, podría ser valorada más como efecto publicitario que como una solución efectiva. No digo que fuera una mala idea, lo de actualizar el listado de pirómanos por Comunidad y cuando lleguen las fechas más conflictivas, ponerles un detector de presencia, para tenerlos perfectamente identificados y localizados, pero ¿Qué pasa con lo de legislar para prevenir los incendios y para actuar de forma efectiva sin tanta burocracia? ¿Es que tenemos que seguir viendo cómo se pierde el tiempo en determinar el nivel para saber si, a la hora de atajarlo, le toca a Pepe o al hermano de “Zumosol”? El no estar gobernando ahora no sirve como disculpa, pues ya estuvieron en ese lado y tampoco lo hicieron. A quienes están ahora en la bancada azul, tampoco se le puede aceptar que ante la magnitud observada, no se hayan “suspendido” las competencias que marcaba el protocolo. Señorías: ¡el monte no entiende de protocolos!

Ante todo el desastre ecológico que hemos presenciado y la actuación de los héroes de tierra y aire que han estado defendiendo la trinchera, se nos retuerce el estómago cuando vemos la insensibilidad que se aprecia en quienes debería liderar cualquier tipo de solución para catástrofes que pudieran surgir en nuestro territorio; y ésta, estaremos de acuerdo, en que ha sido de las grandes.

Curiosamente, entre tanto desatino, he leído un artículo en www.elmundo.es al mismo tiempo que me llega lo que se hace en la isla hermana de Gran Canaria o lo que se programó este verano para prevenir los incendios en mi isla de Tenerife. En el primer caso se habla de lo que se denomina “Suerte de Pinos”; o lo que es lo mismo un reparto de zonas boscosas para su aprovechamiento arbóreo en Burgos donde a quien le toque, cuidará su parcela con el empeño de quien cuida lo suyo. Si se diera un incendio en esa zona -que podrá ser-, raramente sería por la maldad humana. En Gran Canaria, no hay entrega de parcelas, pero si se permite que el ganado caprino y ovino, recorra la isla, de lado a lado, en una trashumancia pastando hasta dejar el terreno sin hierbas que pueda alimentar el fuego bajo. En Tenerife, la prevención ha venido de la mano de un acuerdo entre el Cabildo y el ejército para que los militares colaboren en la vigilancia de la corona forestal. En un programa de gran audiencia en Antena3TV, he podido ver un producto aparentemente eficaz para atajar el fuego o prevenir su propagación. Son solo unos ejemplos sencillos, que invitan a pensar que aun hoy hay posibilidades de contener el fuego con bastante antelación. Pero, ¡La Política parece estar pendiente de las encuestas de estimación de votos! La solución, pues, podría pasar por permitir que ese hielo congelante actúe, solo, sobre la mano que usemos para depositar el voto.

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