Protagonistas en los últimos años por el brillante papel desempeñado por los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas durante las sucesivas crisis (pandemia, volcán de La Palma, DANA en tierras valencianas, incendios, nevadas, terremotos...) y con los medios de comunicación y la sociedad entera reconociendo su labor, la ministra Robles ha sido incapaz de solucionar ni uno solo de los problemas de este sufrido y sacrificado personal:
- Unas retribuciones que, pese al reciente incremento en abril de 200€ brutos (que para muchos se quedan en neto en la mitad tras el descuento del IRPF) están a la cola de las del personal de la Administración y muy lejos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Desde el primer día de la ministra en el cargo le hemos estado explicando la cruel realidad, pero solamente recibimos parches en lugar de atacar de frente el grave (calificativo que puso la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados) problema de las retribuciones militares.
- Una movilidad geográfica que destruye familias, con unos militares trasladados de guarnición que se encuentran en el nuevo destino sin suficiente alojamiento para ellos y mucho menos para sus familias. Sin alojamientos logísticos suficientes y sin viviendas de alquiler asumibles para el escaso sueldo. Y no es por falta de suelo urbanizable propiedad del Ministerio de Defensa, que se permite facilitarlo a los ayuntamientos.
- Lo primero que se enseña al entrar en filas es el uso de las armas, pero paradójicamente no se reconoce la militar como profesión de riesgo (ni los desactivadores de explosivos, ni los buzos, ni el personal de vuelo...), con todo lo que ello comporta para otros colectivos a quienes sí se les reconoce aunque no sufran la misma siniestrabilidad laboral. En las FAS cada 2 días un militar es herido o accidentado en acto de servicio, cada 3 días uno es declarado apto con limitaciones, cada 9 días uno pasa a retiro por acto de servicio, cada 22 días un muerto en acto de servicio. Deben establecerse coeficientes reductores de la edad de retiro y el pase voluntario a la reserva a los 58 años.
- Falta de reconocimiento a la formación militar: se escamotea el grado universitario específico militar a los suboficiales y no se facilita el título de técnico superior a la tropa. La formación, responsabilidad y cometidos propios de un suboficial corresponden a un graduado universitario.
Nunca es buen momento para dotar de unas condiciones laborales adecuadas al personal militar. La prestación del servicio militar obligatorio, la mili, se suspendió en 2001, pero llevamos más de veinte años sin que los militares profesionales sean tratados como verdaderos profesionales. Por causas ajenas y por causas internas. No se retribuyen las horas extra, los servicios, las guardias ni las maniobras. No son pocas las dificultades para conciliar la vida profesional y la familiar, más aún entre la península y las islas. Una insularidad escasamente compensada económicamente.