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“La palma: ¡La hora de soltar al ave Fénix!”

Por José Luis Azzollini García
lunes 14 de febrero de 2022, 12:12h

Se cuenta, entre las leyendas de La Palma, -caserío de Garafía- que cuando algo (normalmente aperos de labranza) se perdía, era porque el diablo se lo habría llevado para su uso personal o por hacer daño a su propietario. Los lugareños determinaron un sistema que consistía en hacerle un nudo “no muy fuerte”, a una cinta, para conseguir, que la cosa desaparecida, volviera a encontrarse. Lo que se hacía con ese acto, según he leído en “leyendas e historias de la Palma-Palmeros por el mundo- era en realidad, atarle los atributos varoniles al diablo. El no hacerlo demasiado fuerte, era para no enfurecerlo.

Para la isla de La Palma, ha llegado el momento de proceder al atado de los “cataplines” al diablo, para que se le devuelva su esplendor y su actividad turística y agraria que se había extraviado cuando reventó[1] el volcán. Es hora, dicho de otra manera, que el “Ave Fénix” -en La Palma podríamos hablar de grajas- se levante de sus cenizas y comience a volar nuevamente.

Pero, por otra parte, también es el momento de que “el rincón de pensar” se use, no como castigo infantil, sino como sistema a seguir. Esto es; no es momento de hacer las cosas a lo loco y de forma apresurada, por mucho que el salir en las fotos, sea un objetivo perseguido por algunas personas. Afortunadamente la isla tiene el mejor antídoto para quien piense de esa forma tan fotogénica: el propio pueblo Palmero. Aún recuerdo cuando mi antigua empresa turística me encargó un sondeo para conocer qué propiedades se podrían adquirir, en la isla, para dedicarlas al negocio hotelero. Los propietarios de parcelas -la práctica totalidad de ellos- no me preguntaban por la solvencia de mi empresa, ni siquiera entraban a tocar el tema económico en los primeros momentos. No; las primeras preguntas iban encaminadas a saber las estrellas de esos hoteles que pretendíamos construir. No se quitarían su terreno de encima para después ver un “hotelucho” construido en él. Así es el mundo Palmero. Aman lo suyo y no lo entregan así como así.

Precisamente por el recuerdo que tengo de la gente con la que traté (en el mundo del Turismo y en el de la vista médica) y sigo tratando -estoy casado con una palmera- es por lo que me considero apto para pedirle a quienes ya piensan sobre lo que se debe hacer para reconstruir el desastre que dejó el volcán, que no dejen de hablar y mucho con las personas de la isla.

¡Cuánto más hablen con la población, mejor se harán las cosas!

¡Cuánto más amplio sea el sondeo, más bonita seguirá la Palma!

Me consta que ya hay fantásticos proyectos para poner sobre la mesa. De hecho, ya los había antes de que el volcán tomara cartas en el asunto. Me refiero a “proyectos” y no, precisamente, a “fantásticos proyectos”. No ha pasado desapercibido para quienes hemos ido y seguimos yendo con frecuencia a la isla bonita, que el aeropuerto que se hizo no era para la población actual que ronda los ochenta mil seres humanos. Ese grandioso aeropuerto estaba pensado para triplicar el número de usuarios. ¿Un disparate? Tal vez lo es para algunos -me cuento entre ellos- y no lo sea para otros -dueños de terrenos que en lugar de pupilas puede que tengan un símbolo del dólar-. Tampoco olvidamos quienes transitamos por sus carreteras, las pancartas con la negativa a una macro autopista que se pretendía construir para comunicar mejor las dos bandas[2]. Afortunadamente, la sabiduría palmera que atisbó un abuso sobre las zonas verdes, se opuso al desastre y se paralizó -de momento- el proyecto. Sus carreteras actuales siguen sin estar saturadas de vehículos. Y quienes circulamos por ellas, seguimos viendo el verde en su recorrido.

El desarrollo descontrolado, debería estar siempre entre lo que se debe vigilar y frenar. Y, este volcán, ha traído una oportunidad para hacerlo bien. Creo que el Ave Fénix volará mejor, cuantos menos ladrillos le echen a sus alas.

¿Construir hoteles?, ¿por qué no? Pero mejor, hoteles tipo “Hacienda San Jorge”, “La Hacienda de abajo”, el “Teneguía Princess”, el propio “Parador de La Palma” o el nuevo de Santa Cruz de La Palma -creo que se llama emblemático- Hoteles, en definitiva de un tamaño adecuado para que al mismo tiempo que resulten rentables, puedan controlar una adecuada personalización del servicio. Cualquier edificación que se aleje, por tanto, del “tipo mamotreto”, podría servir. La Palma, bien merece un esfuerzo imaginativo para que el encanto de la propia isla sea lo que atraiga al Turismo de calidad. En La Palma, eso se sabe; los palmeros y palmeras, suelen llamar “amigos” a quienes les visitan buscando la amistad. En la isla esmeralda, se sabe que siempre resultará más difícil trabar esa amistad con un gentío. ¡Tal vez sea eso!

De verdad, que la preocupación que puedan rezumar estas líneas que he escrito, no está inspirada en la población palmera. Allí se tiene claro lo que se desea para la isla. A mí lo que realmente me tiene pendiente de las noticias que nos van llegando sobre el tema de la recuperación de la isla, es lo que toca a la actuación de la parte política y del mundo empresarial “especulativo” -todos los empresarios no deben ir en el mismo paquete-

Señoras y señores de lo público, conjugar los verbos “hablar”, “dialogar”, “preguntar”, “analizar”, y todo lo que tenga que ver con un “no meter la pata”, es muy importante. Y, éste, es el mejor momento para hacerlo. Si desean aparecer en las fotos, vayan poniéndose guapos y guapas para las siguientes elecciones. En esta legislatura, lo que tocaría, sería planificar. Y hacerlo desde la calidad turística. ¿Qué desean invertir? Pues háganlo en sistemas de producción de energía verde. Inviertan en seguir reconstruyendo una buena red de carreteras que dé servicio a lo que el volcán destruyó. Inviertan en agricultura alternativa al plátano, pero que permita vivir de ella y que aporte género de km0. Esmérense en devolver la ilusión a quien lo perdió todo. Y, entre tanto, vayan hablando y reuniendo ideas para un desarrollo de un turismo sostenible y de calidad para la isla entera, que es lo que La Palma se merece. ¡Esto sirve para el empresariado!

El turista que imaginaban, quienes me preguntaba sobre lo que mi empresa quería construir en sus terrenos, creo que sería aquél que por las mañanas se calzaría unas botas de senderista o un bañador para disfrutar de la piscina; por las tardes tendría un libro en las manos, o participaría de una tertulia y por las noches, vestiría de chaqueta y corbata para ir a cenar y a bailar. Y quien haya vivido el turismo de calidad, pero que también conozca a turistas de cholas[3] y borracheras, entenderá lo que aquella gente demandaba. ¡Háganles caso!

[1] En La Palma, los volcanes revientan, en lugar de explotar, o de entrar en erupción.

[2] En La Palma los puntos cardinales, casi, se reducen a la “banda de allá” y a la “Banda de acá” (dependiendo que, desde donde se señale, se esté a un lado u otro de la cordillera que divide la isla).

[3] Cholas. Se conoce así a las sandalias en canarias.

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