El grupo de gobierno del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el tripartito de las autodenominadas formaciones progresistas, pasó el rodillo en el pleno en el que presentaba los Presupuestos para este complicado 2021 que se avecina. Ciudadanos (Cs) presentó en ese pleno 14 enmiendas a las cuentas municipales, que fueron rechazadas sin apenas debate a pesar del espíritu constructivo con el que fueron elaboradas, buscando puntos en común y de consenso, coincidentes en las políticas y programas de quienes gobiernan y de los que hacemos oposición.
De entrada, Cs desechó la opción de una enmienda a la totalidad en un momento en el que la población necesita ver, constatar cierta armonía entre aquellos que tenemos la responsabilidad de buscar soluciones a los problemas de todos los que formamos parte de esta sociedad, y ofrecimos una mano tendida con propuestas que buscan la empleabilidad, la protección de los sectores más castigados por la pandemia -autónomos y pymes-, apostando por políticas reales, en las que cobra especial importancia la colaboración público-privada, vital para poder hacer frente a los proyectos que forman parte de los fondos europeos Next Generation.
Las cuentas, que se vendieron como las más sociales de la historia, partían con un grave defecto moral que precisamente contradice ese discurso populista y que este gobierno incumple a cada paso que da, y que asegura que no se quedará nadie atrás. Ese defecto no era otro que la subida de los sueldos de todos los concejales y cargos de confianza del consistorio en un 0,9%, precisamente en un momento en el que la ciudad alcanza cotas de paro alarmantes -más de 45.000 tras los datos de enero-. Augusto Hidalgo justificaba esta subida y se negaba a dar marcha atrás agarrándose a una ley que, por arte de birlibirloque, desapareció días después tras las denuncias de Cs y de otras fuerzas de la oposición, y por un amago de rebelión que surgió desde el ala más bolchevique del pacto. Una prueba más de la improvisación y la falta de criterio de un alcalde que vive permanentemente bajo los focos mediáticos, en la pasarela, exhibiendo palmito y poco más.
La posición de Cs en estos tiempos de flaqueza ha sido la de arrimar el hombro. Lo hizo en el debate de los presupuestos presentados por el Gobierno canario en el Parlamento Regional y, posteriormente, en el Pleno del Cabildo de Gran Canaria en el que se aprobaron las cuentas insulares. Nuestra formación presentó enmiendas que fueron recogidas por los representantes del ejecutivo regional e insular, haciendo algunas suyas, dando un ejemplo de diálogo y de cooperación. Sin embargo, en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, ese ejercicio tan democrático saltó por los aires bajo el rodillo del triunvirato que conforman Hidalgo-Doreste-Quevedo.
Nuestras propuestas tenían objetivos muy claros, se centraban en actuaciones fundamentadas en la lógica, como la de anular tasas de apertura a cualquier emprendedor que hoy en día quiera abrir un negocio, reducción del IBI a familias y empresas, rebajar el IBI especial que se cobra en el Puerto de La Luz y de Las Palmas… Esta ciudad necesita que no se siga resquebrajando su tejido empresarial, ante la política de ayudas y subvenciones que defiende el tripartito y que son necesarias para los más vulnerables, nosotros proponemos más empleo. Por eso propusimos la creación de una oficina del inversor para gestionar con eficacia y eficiencia los fondos europeos, que van a suponer una gran oportunidad para muchas empresas y, en consecuencia, para combatir el paro.
Queremos que se agilice la administración, que también ha encajado un duro golpe durante la pandemia. Es urgente mejorar el procedimiento para la autorización de licencias, acabar con la incertidumbre jurídica, favorecer la actividad económica. Y eso conlleva estudiar con todos los actores, la externalización de parte del proceso con entidades colaboradoras, certificadoras externas previamente acreditadas por la administración que acorten los tiempos de concesión de las licencias.
Y hay que seguir apoyando a los emprendedores con incentivos en aquellas áreas en las que este consistorio tenga competencias, como el centro de emprendedores. Pero para eso, primero hay que creer en este tipo de proyectos, respaldar a quienes emprenden y atraer a la ciudad a los nómadas digitales.
Pero también tenemos que acabar de una vez por todas con los ‘chiringuitos’ que siguen fomentando el clientelismo político y que además se mueven en la opacidad y una escasa transparencia. Y aquí lamentablemente volvemos a encontrarnos con la nula efectividad de las acciones que surgen de áreas como Igualdad o Solidaridad, que se gastan -cuando aciertan y no lo impide el interventor- dinerales en campañas absurdas de márketing y publicidad, en servilletas y bolsos, pero sin mayor contenido.
Otra más: hay una dotación de 77.000 euros para pagar al director de la Sociedad del Hotel Santa Catalina, que solo tiene un cometido, hacer una factura para el cobro del canon anual. Sin embargo, este año y como medida excepcional justificada por el cero que sufre el sector turístico, ese canon se anula, por lo que estamos ante un caso único, un sueldo astronómico por no hacer nada.
Sinceramente, no esperamos mucho más de este tripartito, al que vemos agotado, sin ideas y cada día más deshilachado. Guarden el rodillo, dejen de golpear la economía de nuestras empresas y de las familias de este municipio, metanlo en el cajón de las facturas impagadas. Menos soberbia y más políticas de pactos.
Lidia Cáceres es portavoz de Cs en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria