Comienza este martes la sesión de investidura de Pedro Sánchez, una pantomima con el trasfondo del Congreso que servirá a los partidos para testarse y proponer las líneas básicas de su más que probable campaña electoral de cara al 26 de junio.
Esta indefinición política ya ha comenzado a plasmarse en los mercados, y en esta ocasión parece que la máxima del PP “que viene el coco” se acerca mucho a la realidad. Parece una irresponsabilidad dilatar una situación que está enquistada por varios flancos.
El PSOE ha intentado, sin éxito, aunar a los agentes sociales y a partir de estos confluir con Podemos y Ciudadanos, desde una programática que pudiese ser afín a ambos. Nada que hacer, como ya sabían. Como Steve McQueen, esta huida de Sánchez hacia adelante pero sin rumbo parece más un intento de afianzarse en su partido que una perspectiva real de llegar a proclamarse presidente del gobierno.
Llegados a este punto, Podemos no se va a bajar del burro. Los socialistas le han dado la excusa perfecta al unirse programáticamente a C’s -de facto está por ver- y los de Iglesias se preparan para apuntalarles. No esperen un cambio súbito de proceder al más puro estilo de las CUP porque la hija de ruta de los de Iglesias, como la de PP, está bien trazada. Para bien o para mal Sánchez ha conseguido colocar a todos en su lado del tablero.
Por ahí pasaba Ana Oramas y CC, que hoy votará abstención a la investidura, aunque el sí es un hecho si consiguiese apoyos. ¿Qué pasará mañana?. Una negativa era impensable por el pacto de gobierno regional, pero una supuesta investidura de Rajoy seguramente arrojaría el mismo voto. ¿Cómo se explica entonces?. Coalición ha de definirse, Canarias no debe ser una pieza extra que los partidos nacionales puedan mover a su antojo.