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Gritos de traidor

Por Julio Fajardo Sánchez
sábado 21 de enero de 2023, 14:00h

Enric Juliana hace hoy unas florituras en La Vanguardia para equiparar a Sánchez con Junqueras en cuanto a los gritos de traidor, o botifler, que uno sufrirá hoy en la manifestación de Madrid, y el otro, hace dos días en Barcelona. No está acertado en eso porque habla de la pureza democrática en el gobierno más plural que ha tenido España y, por otra parte, delata la división de bloques ideológicos, tanto en Cataluña como en el resto del país.

Junqueras se alinea con Sánchez representando el papel del pupas de los excesos de la derecha. Esto no es pluralidad, esto es lo de siempre: sentirse más cómodos en la afinidad ideológica renunciando a probar otros consensos y otras posibilidades. Ya sabíamos que el independentismo iba a quebrar por ese enfrentamiento tradicional entre el republicanismo revolucionario y los seguidores de una soberanía de carácter burgués. Para ese viaje no hacía falta alforjas, ni desinflamar ni poner parches sor Virginia que iban a soliviantar al resto de los ciudadanos, incluso a una parte muy importante de los catalanes.

Lo que se viene a demostrar con los insultos del pasado jueves es que lo nacional une menos que lo de pertenecer a un bloque de izquierdas o de derechas. Al final todo quiebra por ahí. Por eso hasta Rosa Díez, como bien dice Juliana, gritará hoy traidor en Colón, escandalizada por estas cosas. La teoría de la legitimación del Frankenstein en base a una supuesta pluralidad no es demasiado buena. Al menos la mayoría de los españoles no la reconocen como la más representativa. No termina de encajar que haya que recurrir a obediencias tan diversas para aprobar algo tan importante como los presupuestos.

No voy a caer en la trampa de negar la oportunidad de formar gobierno con cualquiera de las opciones políticas que se reconocen dentro del marco constitucional, pero adjudicarle la bondad del pluralismo a lo que no es más que una necesidad insalvable es, cuando poco, un atrevimiento; lo diga Juliana o el presidente de la China Popular.

Existe una tendencia a legitimar como modélicas determinadas situaciones, como una justificación de periodos forzados de nefastas consecuencias históricas. Lo siento por Juliana, pero no creo que a Sánchez, ni al socialismo les guste que lo comparen con Junqueras, al que en su tierra lo conocen por Tarzán, ni siquiera en el victimismo de recibir insultos. Si esto fuera así, estaríamos encendiendo una lámpara a favor de un frentepopulismo del que nadie quiere hablar. Si los gritos de Colón son equiparables a los proferidos a los pies de Montjuic, estamos diseñando un panorama poco recomendable ante una confrontación electoral que se presenta a cara de perro.

Es la escenificación de la ruptura de ERC con Junts y la consiguiente llamada desesperada para que Illa se preste a apoyar los presupuestos. Hay un tripartito a la vista. Ahí empezó todo, en la época del inefable Zapatero. Hoy, uniformados con la misma vestimenta, marchamos hacia una misma coyuntura. La falsa pluralidad de la división en bloques volverá a imperar y los indecisos de Tezanos se convencerán de que no hay otra que repetir el Frankenstein. Es lo que toca, y es lo que Juliana anuncia de una manera subliminal.

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