Sánchez se ha ido a La Mareta. Hasta mediados de agosto no sabremos nada de pactos. De ese negociado parece que se encargan los de Sumar. ¿Verdad Yolanda? El trabajo más oneroso siempre lo hacen los otros, no sea que no salga como se desea y así poder echarles la culpa. La jornada de vacaciones ha comenzado en su plenitud después de ser invadida por una campaña electoral y por la incertidumbre de su resultado.
Yo no tengo una Mareta a donde ir. Estoy bien en casa, pero ayer me fui a Jover a comer unas cabrillas y unos camarones, haciéndole un homenaje al pescado chico. Hacía un día maravilloso, como los que recuerdo de Bajamar cuando era pequeño, estaba enyesado y me ponían en una especie de balcón para ver llegar las olas a la orilla. Estuve un buen rato mirando al mar en movimiento, descubriendo los colores de las piedras y las algas del fondo. Había unos niños pescando con caña desde el murete. Corría una brisa suave anunciando la entrada del alisio y el ambiente se dividía entre el intenso azul del mar separado del más claro del cielo por un horizonte recto y decidido. Algunas nubes estaban por allí procurando ayudar a que el decorado no estuviera demasiado desnudo. Después de comer nos sentamos un rato frente al mar y sentí el aire yodado saneándome el rostro. ¿Qué hay más allá? Más mar y al final América. A veces siento ganas de atravesarlo con la imaginación y volar hasta allí, pero ya no me seduce la idea. Estoy bien aquí. ¿Qué me iba a encontrar para sorprenderme?
Esta mañana he visto en la prensa la foto de un ex oficial de inteligencia de EEUU con cara de poco inteligente. En todos sitios puede trabajar un imbécil. Mi hermano me ha enviado un video en el que un francés recuerda que un sociólogo inglés asegura que el nuevo sistema político que impera en el mundo es la ineptocracia. Esto lo relaciono con las revelaciones del oficial inteligente con cara de tonto, de nombre David Grusch, que resucita a los ovnis y a los extraterrestres.
Ya yo sabía que a los tejineros los llamaban extrateguestes por limitar con ese municipio que una vez surgió como un grano en la epidermis de La Laguna. Hasta ahí llegaba mi conocimiento sobre el tema. Pero ahora, que he caído en la cuenta de lo de la ineptocracia, le encuentro más sentido. El sistema permite que alguien se cuele. Siempre encontrará a una masa de ineptos, como él, que le reconocerán mérito a su aventura, por eso de la igualdad de oportunidades, y a base de escalar y de aparentar lo que no es, termine por convertirse en el jefe que hunda a la empresa. El señor David Grusch me recuerda a uno de esos ejemplares, y otros que no quiero nombrar también.
Como dije, estaba sentado frente al mar, tan limpio que se podía distinguir a sus habitantes minúsculos en la profundidad. Sentí en la cara el aire saludable que desprende la riqueza biológica de ese agua lleno de plancton y de vida, y se me ocurrió pensar en el cambio climático. Si anda por alguna parte, aquí no ha llegado todavía. Donde sí lo veo es en la televisión, fabricando cada jornada ineptos para la ineptocracia. Hoy me han dado la noticia que estaba esperando ansiosamente desde hace muchos años. Ya se sabe quién es el padre del hijo de Ivón Reyes. A que no se lo imaginan. Pepe Navarro. Me he quedado de piedra