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El derecho al olvido

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 21 de julio de 2022, 05:00h

El agotamiento mediático es la actitud de normalización ante los sucesos presentados, de tal manera, que llegamos a olvidar su actualidad. Los terribles incendios que son azotan los escasos bosques y montes españoles han sustituido a la guerra en Ucrania. Pasamos de una noticia a otra y la anterior va desgastándose en nuestra conciencia. Y necesitamos una imagen, más dura que la anterior, para despertar la conciencia dormida y agotada por la normalización.

De igual modo que al final de las noticias nos hablan del tiempo y prestamos atención si nos afecta, lo mismo: ya normalizamos que se cite los movimientos militares rusos en suelo ucraniano y, normalizado el suceso, seguimos comiendo tranquilamente. Y, aunque no le prestemos atención, la guerra sigue ahí, ensangrentando el suelo e hiriendo el alma. Aún las ráfagas de metralla siguen haciendo mella en carne humana en el corazón de Europa.

La psicología social es así; no hay que sentirse mal porque nos ocurra esta otra forma de amnesia estival. No podemos tener conciencia activa de todo ni a todas horas. Siempre habrá algún bendito majadero que nos vuelva a recordar que Ucrania sigue en guerra y que podemos seguir siendo solidarios, como nos sigue repitiendo Cáritas, con las personas que sufren ese desgarro social que ha hecho nuevas y distintas todas las cosas.

La dicha, por otra parte, de la memoria selectiva que pretende evitarnos una situación permanente de sufrimiento. Olvidar, en ocasiones, es necesario. Uno no puede estar instalado en el resentimiento que nace de un dolor recordado a todas horas. Uno necesita airear las heridas del pasado y pasar página, para no vivir obsesionado con lo que ya no tiene otra solución de atravesar el proceso de duelo y aceptar lo inevitable. Es necesario olvidar. Tenemos derecho al olvido.

Personalmente me ocurre que, muy de vez en cuando, alguna persona que lleva mucho tiempo sin verme me recuerda las seis sesiones de quimioterapia. Para mí eso queda ya tan atrás en el tiempo vivido que suelo dudar si ocurrió verdaderamente. Pero alguien viene a despertar los viejos datos de viejas enfermedades evitándome la ocasión de olvidar. Algunos, incluso, bajo perfil de beneficiosa pregunta, señala la importancia de seguir cuidándose para vivir bien mucho tiempo. Por cualquier camino se nos limita el derecho al olvido saludable.

Me apunto a aquella frase de Jesús que sugiere en el discípulo la actitud de mirar siempre hacia delante. De no poner la mano en el arado de la vida y seguir mirando hacia el inicio del surco. Hacia delante, siempre; hacia el futuro. El pasado solo sirve para tomar impulso. Porque lo mejor siempre está delante. Purificación de la memoria lo llamó Juan Pablo II, necesaria actitud para asumir el futuro con pasión.

En derecho el pasado prescribe. Académicamente solo se valora las investigaciones de los diez últimos años. Ayer ya no es; mañana aún no es. Hoy es el día. Pasión por el presente lleno el corazón de esperanza en el futuro.

Sigue habiendo guerra en Ucrania; no es bueno olvidarlo. Pero de otras guerras pasadas tenemos derecho al olvido.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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