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De bien nacidos, es ser agradecidos

Por José Luis Azzollini García
lunes 26 de diciembre de 2022, 12:36h

Son bastantes oportunidades las que se nos brindan para dar las gracias y no sabemos aprovecharlas. Las prisas se adueñan de nuestros actos y se nos pasa el agradecer la labor que determinados colectivos llevan a cabo para que todo siga en su sitio y funcionando. A mí no me gustaría que se me pasara el arroz, y por esa razón he escrito estas líneas antes de finalizar este 2022.

En una de esas ocasiones en las que nos vimos inmersos en un temporal que se preveía fuera de gran intensidad allá por septiembre, una amiga envió una imagen, por la red más usada en la actualidad, sobre la labor de unos operarios que manipulaban un tendido eléctrico bajo la lluvia para que, los vecinos del lugar, volvieran a tener luz en sus domicilios. ¿Se envió una nota al Consistorio para expresar el agradecimiento a esos técnicos por hacer su trabajo en esas condiciones? Tal vez se hiciera, pero no es lo habitual. Lo normal es dar por sentado que esa acción formaba parte de su trabajo. Y, a quien piense así, nadie le podrá quitar su razón. Pero esos operarios, también podrían haber llevado a cabo la misma reparación, pero cuando amainase la lluvia. Decidieron hacerlo cuanto antes para evitar que el daño se magnificara. ¡Agradecerles su labor, cuesta menos que subirse a una escalera, y reparar un cable que hasta llegar ellos, solo echaba chispas incandescentes!

No hace mucho tiempo también, a Canarias se le encogió el corazón, cuando el volcán de La Palma, “reventó”. Hasta allí fue gente variopinta para apoyar en lo que hiciera falta. El agradecimiento llegó a los cuerpos de seguridad y emergencias del Estado, pero ¿llegó a aquellas personas anónimas que veíamos en la televisión? No me refiero, obviamente, a quien/quienes se preocupaban más del rótulo identificativo, que de preguntar en qué se podía ayudar. Este tipo de ayudas desinteresadas, -se prestan por motivos totalmente altruistas- deberían ser merecedoras de un reconocimiento público. Hay gente menos trascendental que tiene hasta alguna calle, plaza o monumento, simplemente, por haber sido promovido por algún grupo o partido afín.

Más de una vez, encontramos animales muertos en nuestras carreteras, y no nos percatamos del peligro que ello puede comportar. Un movimiento brusco para esquivar el bulto, un pinchazo por pasar sobre él, un frenazo, o cualquier otra reacción imprevista, puede quitarnos el hipo de golpe y porrazo o dar con nuestro cuerpo en urgencias. Pues, en esos casos, hay gente que se dedica a retirarlos de la calzada y normalmente lo hacen con una eficiencia digna de mención. ¿Se les felicita por su magnífica labor y, sobre todo, por hacerlo tan rápido que hace dudar de si estarán, apostados cuales radares, esperando a que el hecho suceda? Creo que, la nómina, no es suficiente como para decirles lo agradecidos que nos sentimos y animarles a que sigan con su magnífica labor.

Nuestras calles, suelen estar reguladas por semáforos -antiguamente era una labor efectuada solo por agentes de la policía local-. Esos artilugios no funcionan solos. Alguien los coordina para que no se vuelvan locos. Esas personas que están dedicando su tiempo laboral, lo hace desde habitáculos que dudo mucho tengan vista al mar, o a la calle. O tal vez sí, pero han de estar tanto tiempo atentos a las pantallas de control, que ni miran al exterior. ¿Alguien se acuerda de ellos o ellas, cuando llegan las navidades? Seguramente, nos acordaremos más cuando la infraestructura regulatoria deja de funcionar dejando paso al caos. ¡Entonces sí que les enviamos “recuerdos”!

No sé si han tenido la ocasión de visitar urgencias, o ir a un juzgado a presentar una denuncia en un festivo o en horas no lectivas. Quienes hemos tenido que pasar por alguno de esos sitios, una de las cosas que captamos, nada más llegar, es que allí hay gente que nos atiende. Gente que está “de guardia”. Y, vale que esas guardias se cobran y en algunos casos bastante bien. Pero, ¿estaríamos dispuestos a ocupar sus puestos no teniendo la necesidad de hacerlo? Yo no, desde luego. Por eso, me ha parecido oportuno enviarles, también a ellos y ellas, mi agradecimiento desde esta plataforma que me brinda www.canariasdiario.com. En todas las empresas en las que he trabajado, se entrega algún tipo de aguinaldo y/o comida al personal. He comprobado, por mis hijos, que eso se sigue haciendo y es de agradecer. Pero, el extender el momento de gratitud más allá de estas fechas, también puede resultar agradable. Así que, recordar todo el año, que el verbo agradecer, tiene gerundio.

¿Se acuerdan del temporal de nieve que asoló Madrid, o del que les bloquea a todas aquellas personas que suben al Teide cuando se les dice que no lo hagan? Pues el grupo de operarios que trabaja en esos momentos, seguro que recuerda cada una de las horas que les llevó dejar expedito el paso, para que todo el mundo pudiera regresar a sus casas. Cuando se pudo decir aquello de “al fin en casa”, ¿descolgaron el telefoneo o enviaron un mensaje por las redes para agradecer el duro trabajo que llevaron a cabo aquellas personas anónimas? En los distintos organismos públicos con competencias en esos menesteres, espero que sí lo hagan. Así que en previsión de que, quienes se han visto en tesituras como las mencionadas, se hayan despistado, les digo que cualquier momento es bueno para enviar un gracias. Ellos hacen su trabajo, pero la gratitud, siempre será agradecida.

¿Los socorristas han intervenido? Allí están sin esperar aplausos tras sus actuaciones. Los agentes de tráfico, no solo ponen multas, muchas veces, ayudan a quien se encuentra en apuros. ¿Se les agradece? ¿Seguro? En los hospitales, hoteles y restaurantes hay personal que trabaja duro para preparar y servir comidas especiales en estos días. ¿Se les felicita o actuamos como si fuéramos inspectores de la “Michelin”?

Podría estar mencionando un buen montón de situaciones y/o a profesionales que hacen todo aquello que no somos capaces de realizar por nosotros mismos. Nombrar todas, puede dejar fuera a mucha gente. Por ejemplo, a personas que llevan acciones altruistas en aras de llevar la felicidad a quien menos les ha sonreído la vida. Cáritas, Cruz Roja, Asociaciones y Colectivos varios. ¡Infinidad de personas anónimas! Desde estas líneas, ¡gracias!

A añosos como yo, nos vendrá a la retina, aquellas plataformas desde donde dirigían el tráfico los policías urbanos. ¿Se acuerdan de la cantidad de regalos que la ciudadanía les aportaba cuando llegaban las navidades? Pues todo eso ya pasó a la historia de cada ciudad. Esa historia que también daba aguinaldo a los operarios de limpieza y recogida de residuos. Aun así, pienso que el agradecimiento siempre puede volver, sobre todo, porque sin la gran labor de estos equipos viviríamos algo menos cómodos. ¡Dar las gracias, por estar ahí y por aportar más de lo que va implícito en sus contratos de trabajo, bastaría!

Para toda esa gente anónima para muchos de nosotros, para quien lee los artículos de opinión, propios y ajenos, y desde mi rincón navideño:

¡Gracias, gracias, y trescientas sesenta y cinco veces, gracias!

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