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Cliente y paciente no pueden ser tratados por igual....

martes 28 de septiembre de 2021, 16:28h
Por Airam Miguel Ramírez
Mi padre se jubiló como funcionario hace algunos años atrás. De él dicen que no era de los de ventanilla y malos modos con el ciudadano. Escogió ser Policía Nacional y resolver problemas, intentarlo al menos. Ayudar en cualquier caso.
Se jubiló y la salud dejó de acompañarle. Otra víctima de un ictus y sus secuelas.
El pasado día 21 de septiembre de 2021, recibimos en casa un escrito de Adeslas (mi padre es beneficiario de la misma), en el que se nos reclamaban los costes derivados de su traslado en ambulancia, desde el centro de día en el que trataba de mejorar su situación médica y el hospital. Todo ello, tras haber perdido la conciencia como una secuela más de la enfermedad a la que anteriormente aludía.
En el centro de día, instruidos y ajustados al correspondiente protocolo, activaron los servicios de urgencia, a través del 112 en Canarias. Le ayudaron, fue atendido y hoy continúa con su vida con las limitaciones propias de una persona con dependencia severa de grado II, y un grado de discapacidad reconocido del 69%.
Hoy dedico estas letras para pedir que alguien trate de ayudarme a entender cómo debía mi padre, en su situación e inconsciente, pedir al centro de día que obviaran la urgencia y solicitaran una ambulancia de Adeslas, y no una del Servicio Canario de Urgencias. Que traten de ayudarme a entender por qué, ante una urgencia, las gestiones administrativas deben ser antepuestas a las necesidades del paciente. Que traten de ayudarme a entender en qué momento hemos dejado de ser, para Adeslas, pacientes para convertirnos en meros clientes, o por qué no dedicaron el más mínimo esfuerzo a tratar de averiguar las condiciones bajo las que fue solicitada la dichosa ambulancia, habiendo averiguado, de tal de manera, que ni mi padre podía, ni sus familiares tuvimos conocimiento de lo sucedido hasta que ya iba inconsciente camino del hospital.
A quien firma el escrito donde se nos reclama el pago de la ambulancia, sólo desearle que su vergüenza sea proporcional a su falta de empatía, y reclamarle mayor diligencia en el trato con personas, porque todo ésto se podría haber evitado si hubiera hecho usted, Lorena, un mínimo esfuerzo para distinguir entre cliente y paciente.
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