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Bulos y fraudes en tiempos de covid-19

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 09 de abril de 2020, 05:00h
¿A quiénes hemos aplaudido estos días a las siete de la tarde (una hora más en territorio peninsular)? A personas que dedican su trabajo a cuidar, atender, proteger… a la sociedad durante un periodo de tiempo en el que las cuatro paredes de nuestra casa son nuestro único horizonte legal. Y bien que se lo merecen, no solo por su esfuerzo laboral, sino por la carga emocional que llevan a su tarea y que traen de regreso a sus casas. Un fuerte aplauso que se traduce por ánimo, estamos agradecidos, sentimos el esfuerzo al que están sometidos, nos sentimos orgullosos de ustedes.

Pero a la par, y aprovechando lo revuelto de las aguas, algunos desalmados, inmorales e indignos de su condición humana, pretende la ganancia de pescadores por los viles medios del engaño y la mentira. Es increíble, pero la maldad parece que no tiene límites. Chacales aprovechados que usan las noticias de manera torticera para beneficio personal, mintiendo como si de un juego se tratara.

Estafas a personas mayores que viven solas y abren a quienes les tocan indicando que vienen de parte de las autoridades sanitarias para realizar una prueba viral, nos es prevenido por los cuerpos de seguridad del estado en sus redes sociales. Falsas llamadas, falsos whastsapp, falsos regalos… falsedad sin cuento.

Las organizaciones sociales como Cáritas, en estos momentos de incertidumbre y agravación de la dificultad de las personas a las que cuidan y atienden, generan formas alternativas de recaudación de donaciones a través de cuentas corrientes o de aplicaciones como Bizum y, ¿cómo no iban a aparecer?, otros aprovechados del dolor ajeno vuelven a derramar en la red informaciones fraudulentas que obligan a dedicar un tiempo precioso a desmentir y denunciar estas acciones.

Puede que estas maldades nos estén ayudando a crecer en prudencia social y a no creernos todo lo que vomitan las redes sociales y, antes de ejercer nuestra generosa libertad, preguntar e informarnos en las fuentes y en las páginas oficiales de las instituciones. Pero no considero un exceso que podamos poner en estos medios escritos que nos permiten dar nuestra opinión, la desagradable reacción que nos produce la maldad de estos malos que buscan engañar para provecho propio. Esa maldad mata el alma como el coronavirus mata el cuerpo. Y, aunque sonrían por fuera como héroes que han logrado una hazaña al conquistar la cartera ajena considerando sus victorias, no deben olvidar que con cada euro fraudulento han podrido un poco más su ya podrida alma.

Pese a todo, más que odio, despiertan la compasión. Tal vez hayan nacido en el seno de una familia que nos les mostró la belleza del respeto y el horizonte de la generosidad. Tal vez fueron víctimas que han sobrevivido aplicando la astucia a la mentira. Tal vez…, pero esta compasión no nos debe hacer cambiar el nombre que define sus acciones malas y malvadas.

No mintamos a la bondad de las personas buenas con bondades falsificadas.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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