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Organizar lo imprevisto

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 25 de enero de 2024, 06:00h

Todo controlado. Así respondía quien era responsable que controlarlo todo al final de su gestión. Pero la afirmación duró lo que duran las cosas vivas y en permanente desarrollo. Hasta que lo imprevisto acontece y descontrola el orden pretendido. Y toca volver a organizar, a reorganizar las cosas hasta que vuelva el desorden provocado por lo imprevisto.

Manejar lo inesperado es una estrategia fundamental si no queremos vivir agobiados por la perenne sorpresa que lo real nos ofrece como regalo para no aburrirnos en el camino del vivir. Como ese aparatito eléctrico que colocan junto a la cama del paciente cardiaco y que cuenta sus pulsaciones y señala la sístole y diástole con esa línea de subidas y bajadas, de picos y hoyos que nos dice que uno está vivo. Una vida estable y lineal solo es posible encefalográficamente parada.

Los ritmos de la existencia y los desórdenes inesperados que provocan estímulo a la inteligencia y que la creatividad que es capaz de volver a encontrar soluciones a esos problemas nuevos, nos vienen bien. Quien sea capaz de organizar mejor lo imprevisto será em mejor gerente. La gestión de lo imprevisto es la clave del éxito. Porque ni lo sabemos todo ni somos capaces de tener previsto todo.

Siempre será mejor dejar un espacio a esa posibilidad y no dejarnos derrotar con su llegada, para no romper la baraja a la mitad de la partida. La incompletitud de la realidad lo llamaría los matemáticos, o la presencia del caos en el cosmos los físicos cuánticos. Los que miramos de manera sencilla la realidad la percibimos cargada de esas sorpresas de eventos imprevistos que nos hacen volver a la casilla de salida e iniciar con novedades el mismo camino emprendido.

Y no pasa nada. Volvemos a comenzar.

Muchos avances científicos nacieron como resultado inesperado respecto a la hipótesis de inicio. Es el camino del saber y del estar en lo real. Es más: si tuviéramos en algún momento la certeza de que todo está bajo control, seguro que es porque no estamos suficientemente despiertos.

Esta realidad no nos impide hacer previsiones y tener objetivos a corto, medio y largo plazo. Proponemos objetivos y establecemos medios. Pero no perdemos la capacidad de reorientar el programa si la realidad lo reclama. Es lo que tantas veces hemos escuchado con apertura a la trascendencia: “El hombre propone, y Dios dispone”. Porque ese tablero infinito del ajedrez de la existencia solo lo puede entender del todo una inteligencia infinita. Nosotros palpamos la realidad como mendigos de una luz más grande.

Lo hermoso y maravilloso de la existencia suele ocurrir de manera imprevista. Como enamorarse, tener un hijo, encontrar un amigo, etc. Si todo estuviera previsto no nos sorprendería una puesta de sol o el vuelo de una mariposa. La belleza sorprende cuando es inesperada. Y los inesperados problemas nos despiertan la inteligencia. “Al que confía todo le sirve para su bien”, que diría San Pablo. Últimamente he recibido varias llamadas a organizar lo imprevisto.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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