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Pobre Venezuela

martes 05 de febrero de 2019, 03:00h
Pobre Venezuela

Los acontecimientos se están precipitando en Venezuela y podría ser que en las próximas semanas se produzcan eventos cruciales, que podrían ir desde una convocatoria de elecciones presidenciales, poco probable, a una dimisión de Maduro y apertura de un proceso de transición, también poco probable, a un enfrentamiento social que acabe en una posible guerra civil, no descartable, o una intervención militar de Estados Unidos disfrazada de operación apadrinada por la Organización de Estados Americanos, como ocurrió con la isla de Granada en tiempos de Ronald Reagan, cuya invasión por el ejército estadounidense se hizo bajo el paraguas de la Organización de Estados del Caribe Oriental, una mera formalidad para dotar al gobierno de Washington de un paraguas de apariencia de legalidad.

Todo se ha acelerado desde la autoproclamación de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, como presidente encargado de Venezuela, una figura constitucional prevista para casos de vacío o usurpación de poder en la presidencia ejecutiva de la república, bajo la excusa de que Maduro no es presidente legítimo, porque las últimas elecciones presidenciales no fueron limpias y, por tanto, no cumplieron los requisitos de unos comicios democráticos.

Es indudable que hay dudas razonables sobre las últimas elecciones presidenciales de Venezuela, pero no una demostración irrefutable y, por otra parte, es igualmente indudable que Guaidó ha dado este paso con el apoyo explícito de Estados Unidos y que son los intereses del gobierno de Trump y no necesariamente los de los venezolanos los que están detrás de ese sostén.

Sin duda el chavismo ha establecido una administración ineficaz y corrupta que ha llevado a la economía venezolana al desastre y a la ultrahiperinflación y a la vida de los ciudadanos a un viacrucis diario por la supervivencia, pero todos sabemos que pasa cuando Estados Unidos establece un gobierno títere en un país latinoamericano, normalmente se revela tanto o más corrupto e ineficaz que el de izquierdas y completamente sometido a los intereses geoestratégicos y económicos de Washington.

Al fin y al cabo, como colonias españolas que fueron, los países hispanoamericanos heredaron el estilo español de administración pública: ineficaz, incompetente, nepotista y corrupta. Lo que ocurre en el continente americano en estos momentos es una auténtica ofensiva ultraconservadora dirigida desde el entorno republicano neocón de Estados Unidos, que pretende sustituir todos los gobiernos de izquierdas por gobiernos conservadores sumisos a los intereses de Washington.

En Brasil destituyeron a Dilma Rousseff con un pretexto más que discutible y en un proceso parlamentario lleno de compraventas de votos y la sustituyeron por un personaje como Temer, sobre el que pesan sospechas de corrupción masiva muy fundamentadas. Después los jueces del tribunal supremo brasileño prohibieron presentarse a Lula, con lo que allanaron el camino de la arribada al poder de Bolsonaro, un militarista de extrema derecha de la correa de Trump. En Argentina el conservador Macri sustituyó a Cristina Fernández de Kirchner y en tres años ha conseguido llevar la economía al desastre y la hiperinflación.

Llama la atención la rapidez con la que Canadá y algunos países europeos, encabezados por España, se han apuntado al reconocimiento de Guaidó como presidente interino de Venezuela, en lugar de apoyar el intento de solución dialogada patrocinado por México y Uruguay, incluyendo la formulación de un impresentable en política internacional ultimátum al gobierno de un país soberano. Si el comportamiento dudosamente democrático de un presidente es razón suficiente para lanzar ultimátums, qué esperan el gobierno español y los del resto de países que lo han hecho con Maduro, a hacer lo mismo con Erdogan, Putin o Xi Jinping. La hipocresía es inherente a la política internacional, pero en ocasiones la caradura supera todos los límites.

Pobres venezolanos y pobre Venezuela. Liberarse del régimen chavista es imprescindible para poder mejorar su desesperada situación y encarar el futuro con esperanza, pero conseguirlo para caer en un gobierno marioneta de los intereses económicos y geopolíticos de Trump, puede ser peor el remedio que la enfermedad.

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