Que cada día sea Navidad

Seguramente que a usted y a mi se nos hace difícil cantar villancicos en estos días, donde el egoísmo y el mal se reproducen entre nosotros y, lamentablemente, sin oposición, mirando hacia otro lado o escurriendo el bulto, la mayoría de las veces. Seguramente que nos gustaría ser más valientes y trabajar para que la paz alcanzase con acertada justicia a los más desheredados.

Algunos que llevamos cierto trayecto recorrido, seguimos reivindicando desde la orilla de nuestra posibilidades o entre las turbulentas aguas de este torrente que nos lleva al final. Lo hacemos de día, asidos a la esperanza que llevamos a cubierto escondida en la vieja mochila y, de noche, alumbrando siempre un puchero caliente lleno de proyectos y de ilusión por seguir creyendo en el hombre de buena voluntad.

Hemos vivido muchas Navidades y hemos visto nacer en el belén de casa, a un niño, que nunca dejan crecer siempre es el mismo, lo ponemos entre la mula y el buey y después lo devolvemos a las eternas pajas en el desván, donde permanecerá a cubierto dentro de una caja de zapatos hasta que toca sacarlo de nuevo. Después de muchos años, lamentamos ahora, no haber facilitado a aquel niño la oportunidad de crecer de alimentar su dignidad, la oportunidad de fugarse, para no regresar nunca más al desván. Hay que rescatar a este Niño, exponer su mensaje de justicia y amor, que se vea y que vaya creciendo y reivindicando para que con Él, cada día, sea Navidad en nuestras vidas.