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Balas de fogueo

Por José Manuel Barquero
domingo 27 de abril de 2025, 21:13h

Si la gente supiera cómo funciona el sistema financiero, habría una revolución mañana por la mañana”. La frase se la atribuyen a Henry Ford, el de los coches, pero podría haberla pronunciado cualquier tiburón de Wall Street, un especulador exitoso o un economista sincero. Francamente, uno prefiere vivir en una cierta ignorancia para mantener la cordura. Si no conoces las tripas de la economía capitalista tardas más en entrar en pánico, duermes mejor, y mantienes algo de fe en el sistema bancario. Con la comunicación política ocurre lo mismo. Como de eso sé un poco más que de finanzas (muy poco más), hay semanas que me gustaría no tener ni idea de cómo funcionan los partidos y los medios de comunicación.

La polémica de estos días sobre los quince millones de balas que el ministerio del Interior iba a comprar a una empresa israelí, es una de las tomaduras de pelo más grandes que hemos vivido en mucho tiempo. En mi opinión, el PSOE, Sumar e Izquierda Unida se la han metido doblada a la prensa, a la oposición y a la ciudadanía en general. Estamos ante un ejemplo clamoroso de cómo distraer la atención del contribuyente, girando el foco hacia un asunto infinitamente menos trascendente de lo que se quiere hacer creer por el espacio informativo que ha ocupado, y por tanto mucho menos importante que otros asuntos que quedan tapados con este debate.

Cuando digo que la polémica es ridícula no me refiero sólo a su repercusión económica. Seis millones en las cuentas públicas de la cuarta economía del euro, se paguen o no finalmente, son el chocolate del loro. Además, esa munición que ahora se cancela se podría adquirir, para beneficio de la misma empresa israelí, a través de otros intermediarios. Sería dar un rodeo para llegar al mismo sitio. Si Izquierda Unida y Sumar no se habían tomado la molestia hasta hoy de controlar esos contratos de adquisición de armas en el portal de Transparencia del gobierno al que pertenecen (y en el que ahora bucean todos los periodistas), no es descabellado pensar que sigan en la inopia lo que resta de legislatura. Para cuando ellos van, Sánchez ha ido y ha vuelto veinte veces.

Tampoco me parece relevante la extrema hipocresía de esta izquierda pacifista, antimilitarista y tan devota de Francisco, ahora que ha muerto. Es fantástico esto de tomar como si fueran propias las palabras de Bergoglio sobre los pobres, los migrantes y los oprimidos, y olvidar su posición sobre el aborto, el matrimonio homosexual o el papel de la mujer en la Iglesia católica. Pero en fin, si al comunismo contemporáneo aún le cuesta criticar a Stalin, o a Mao, no le vamos pedir que matice su opinión sobre un Papa que intentó una pequeña revolución en el Vaticano, aunque no cediera un milímetro en su posición sobre el movimiento LGTBI.

Ya digo que estos golpes de pecho por la compra de unas balas para la Guardia Civil (ojo, para la Guardia Civil, que de momento no se dedica a invadir países, ni a disparar sobre refugiados, sino a vigilar nuestras vías de comunicación, puertos, aeropuertos, costas, fronteras…) han supuesto la mayor pantomima de esta legislatura, que ya había alcanzado un grado de teatralidad nunca visto. Para mi este numerito supera a la carta romántica de Sánchez de hace un año, en la que comunicó al mundo que se ponía de baja cinco días porque estaba triste. Me explico.

Montar una crisis de gobierno por una compra de munición de seis millones de euros (con la excusa de que la empresa es israelí) la misma semana que el presidente del Gobierno anuncia un incremento inmediato del gasto militar por valor de 10.500 millones de euros, es un insulto a la inteligencia de todos, empezando por sus propios votantes. Hay que tener cuajo para tragar con esa cifra, permanecer en el gobierno, y al día siguiente rasgarte las vestiduras por unas balas judías, que todas juntas cuestan menos que un sólo carro de combate. Aceptamos tanque Leopard como animal de compañía.

Esta burda maniobra táctica esconde algo más sencillo, pero terrible. España ha dejado de funcionar como el sistema parlamentario que fija nuestra Constitución. A la izquierda radical ya le va bien que Sánchez no lleve al Congreso de los Diputados un plan de gasto masivo en Defensa, porque le obligaría a quitarse la careta y salir del Gobierno. A Sánchez también le va bien, porque correría el riesgo de que el PP le apoyara, y esa imagen sería peor que la de un ministro y número dos del PSOE organizando fiestas con putas en un parador nacional. Al final, todos contentos. Yolanda sacando pecho por torcerle el brazo a Marlaska (un tipo que hace tiempo que tiene los huesos de goma), y Sánchez sobreviviendo un día más al fuego amigo de sus socios de investidura, que siempre emplean contra él balas de fogueo.

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