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La vuelta a los horarios

viernes 08 de septiembre de 2023, 03:00h

El final del verano implica una concatenación de propósitos encaminados, todos ellos, a recuperar los hábitos y rutinas invernales, entre ellas, la vuelta al cole. Y en esta vuelta al cole, los horarios adquieren una especial relevancia puesto que los menores van a tener que adaptar sus horarios a los establecidos por el sistema educativo.

Los que son incondicionales seguidores de esta columna recordaran que, en alguna que otra ocasión, he vertido afirmaciones como “la educación no importa a nadie”, “el sistema no cambiará hasta que no pongamos al alumno en el centro de las políticas educativas, etcétera”. Pues bien, sigo pensando que estos axiomas son acertados.

Precisamente, los horarios de los colegios es un asunto que, a pesar de pasar desapercibido, adquiere especial relevancia, puesto que existe una correlación directa entre este y el rendimiento académico del alumno. De hecho, hay estudios que así lo demuestran. Incluso, la correlación también la podríamos establecer con el binomio rendimiento académico y horario-escuela pública y rendimiento académico y horario-escuela concertada.

La discursión entre horario continuado o partido deja latente que, además de esconderse tras ellos intereses económicos, el alumno sigue sin estar en el centro de las decisiones educativas del sistema.

Es innegable que los jóvenes actualmente han modificado sus horarios. Si comparamos la estructura del día de un adolescente de hoy con el de hace tres décadas, actualmente nuestros estudiantes son más nocturnos. La proliferación de las nuevas tecnologías quizás no nos ayudan en este sentido; pero es una realidad que no tenemos que obviar. Algunos sociólogos como Daniel Gabaldón, de la Universidad de Valencia, apunta que la jornada negativa tiene un efecto negativo en la salud y el benestar del menor porque descansan poco, comen mal, y tienen mucho más tiempo libre para engancharse a las pantalles y hacen más deberes.

Además, la posición geográfica de nuestro territorio también tendría que hacer replantearnos si la jornada educativa es acorde a los ritmos de la luz solar y de las temperaturas. Es importante recordar que nuestro organismo se sincroniza con la luz del sol y el despertador de nuestros alumnos suena a una hora que no le corresponde.

¿Y el abandono escolar? ¿Alguien se ha parado a analizar si hay más abandono escolar con jornadas continuadas o con jornadas partidas? En este sentido, la OCDE, ya ha lanzado un aviso a España alertando de que la jornada continuada puede ser el motivo de este abandono escolar temprano y agravante de las desigualdades sociales.

En un centro educativo, el equipo directivo puso sobre la mesa la modificación de la jornada escolar como agente corrector del absentismo escolar que se producía a primera hora de la mañana. El debate que se generó entre los docentes fue intenso; pero rechazaron la propuesta. El motivo, no fue otro que no estaban dispuestos a ver modificada su jornada laboral. Éste es otro de los asuntos sobre los que la administración educativa debería empezar a analizar. Buscar fórmulas para que el horario del profesor siga siendo el mismo aunque el del alumno se modifique.

Sea como fuere, sigo sosteniendo que si de verdad la educación importa a alguien y si el alumno se sitúa en el centro de las decisiones, el sistema podria avanzar y mejorar. Porque, de momento, la estrategia que se está utilizando de inyectar dinero sin ton ni son, no está funcionando. Por ello, sigo pensando que otra educación es posible.

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