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Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas...

Por Jaume Santacana
miércoles 02 de noviembre de 2022, 07:00h

No soy amigo de las moscas. Ni tan solo, partidario. No me gustan, aunque yo les guste. No me caen bien.

Cuando puedo, las elimino. Y si no puedo eliminarlas, las mato.

Me parecen unos animales absurdos y no me producen ni la más mínima simpatía.

Y, además, las moscas, ¡son feas de cojones! ¡Y tontas del culo! (y disculpen estas expresiones soeces, ordinarias y groseras).

Son inútiles y disparatadas.

Ya sé que hay científicos que opinan que son necesarias para completar el círculo biológico y no se qué otras mandangas…¿Qué sabrán los biólogos de estas cosas?

Los ecosistemas seguirían tan panchos si no existieran las moscas. ¡Anda qué no!

Estas bestias ignorantes e iletradas me producen una repugnancia inequívoca, indescriptible. Sólo existe un adjetivo calificativo para describirlas: “asco” (un asco universal, planetario, eterno).

Lo siento…no puedo seguir. No me veo con ánimos para continuar.

Llevo toda la escritura de este artículo con una mosca 'cojonera' pegada a mi cutis y a mi cerebro.

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