OPINION

Echenique e Iglesias, frente al espejo

Marc González | Viernes 29 de julio de 2016

La ‘nueva’ economía sumergida se parece mucho a la vieja. El colíder de Podemos, Pablo Echenique, trataba días atrás de justificar ante la opinión pública su fraude laboral agarrándose a las consabidas perversiones del ‘sistema’, socialmente tan injusto. Pero no conforme con largarnos semejante dosis de demagogia de barra de bar, veladamente culpaba del incumplimiento a su excuidador, al señalar que debido a su penuria económica no podía pagar su hipoteca y, al mismo tiempo, la obligada cuota ‘de autónomos’.

Quizás muchos hayan picado, pero resulta que los trabajadores de servicio doméstico no pueden estar legalmente encuadrados en el régimen de autónomos –o no deberían estarlo, porque no lo son-, sino en un sistema especial dentro del régimen general, que es el apropiado para los trabajadores por cuenta ajena de este sector. El detalle es que, tanto si la obligación formal del ingreso de la cuota mensual le corresponde al empleador –en este caso, a Echenique-, como si recae en el propio empleado –si trabaja menos de 60 horas al mes para aquél-, en ambos casos la mayor porción de dicha cuota la debe sufragar dicho empleador, es decir, que el deudor principal era Echenique. Por tanto, aquí el defraudador no es el sufrido asistente, sino el podemita, por más que ahora nos quiera marear la perdiz con argumentos tan falaces como su ideología, que espero que no frenen la intervención de la Inspección de Trabajo. Y ese tosco fraude, imperdonable en un representante público, denota además la catadura moral de quien públicamente denunciaba hace solo unos meses en un tuit la desvergüenza de este mismo comportamiento, atribuyéndoselo a otros, claro.

También ha trascendido estos días que hace dos años el otro Pablo comunistoide, Iglesias, hacía aflorar sus tics violentos en un mensaje de Telegram, vertido en el grupo del portavoz de su partido, al afirmar que “azotaría hasta que sangrase” a Mariló Montero, la polémica presentadora de televisión. No es, desde luego, la primera vez que Iglesias demuestra que la testosterona le domina. Sin ir más lejos, en un célebre vídeo que flota en la red, el podemita aseguraba que en cierta ocasión se vio ‘obligado’ a enfrentarse a puñetazos a “un grupo de lúmpenes, de gentuza, de clase mucho más baja que la nuestra” que intentaron robar un equipo de música a unos raperos que le pidieron ayuda.


Lo chusco no es que Iglesias ejerza de macho alfa de la política española, sino que, al publicitarse su mensaje violento contra Mariló Montero, se aferre nada menos a que se trataba de una conversación privada y que, en todo caso, merece la protección de su intimidad. Y mire usted, estaría plenamente de acuerdo con él si no fuera porque el mismo líder de Podemos hace solo unas semanas se ensañó con Jorge Fernández Díaz y solicitó su dimisión fulminante justamente por el contenido una conversación privada del ministro grabada clandestinamente.

No hay duda de que Echenique e Iglesias mejoran su apariencia en el tú a tú dialéctico, especialmente frente a interlocutores predispuestos, aunque un simple espejo les acabe jodiendo el invento, porque les devuelve siempre su verdadera imagen, sin zarandajas ni oropeles.


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