Día a día, en cualquier conversación, ya sea en un bar tomándonos un barraquito, a la entrada del supermercado o arreglando papeles —como se dice aquí en el Archipiélago, canarismo que a los de Vox no les gusta mucho, ya hay que ser machango— podemos ver que la política, ya sea por el lado canario o por el lado estatal, por la izquierda o por la derecha, se ha alejado de la realidad de los que vivimos y queremos crear nuestro futuro en estas maravillosas islas.
El tema de la vivienda clama al cielo. Sinceramente, espero que alguien pague las consecuencias de este drama, un drama que no viene de esta legislatura sino desde bastante atrás. Cuando hablas con cualquier amiga, vecino, normal y corriente, te dice que cómo no vieron venir este problema del acceso a la vivienda, que para la clase política parece que apareció ayer.
Sin embargo, en Canarias, en los últimos diez años la construcción de vivienda pública y la creación de políticas para facilitar el acceso a la misma han brillado por su ausencia. Además, en estos días ha tenido lugar un congreso de vivienda en el que no hubo ni rastro de personas afectadas por las políticas que nos han llevado hasta aquí. Ningún afectado por desahucio, ningún afectado por la subida de precios, solo había banqueros, constructores y políticos. Faltaba la gente de Desokupa para que el chiste fuera más grande todavía.
Me revuelve las tripas cuando veo este tipo de cosas y me acuerdo de que el Ayuntamiento de Santa Cruz abandonó a una mujer de 82 años que tuvo que dejar el piso en el que vivía porque ya no recibe la ayuda pactada hasta que pudiera arreglar su casa.
Con respecto a la movilidad y las colas permanentes, estoy cansado de ir con el coche y saber que para llegar al trabajo estoy perdiendo cerca de dos horas diarias de mi vida; o la falta de aparcamiento y de una apuesta decidida por un transporte público de calidad.
Centrándolo en Santa Cruz de Tenerife, estoy cansado de proyectos que parecen que están bien y después son un desastre por la mala gestión, como el carril bici, en el que se gastaron 1.700.000 euros simplemente para ponerlo y luego quitarlo, y aquí nadie sale a pedir unas mínimas disculpas. Ya de dimitir ni hablamos. porque jamás renunciarían a los casi 70.000 euros anuales que cobran los concejales del Ayuntamiento chicharrero.
También me irrita la necesidad de hacerlo todo a lo grande, sin darle cariño a los eventos, sin tratar bien ni diferenciar entre tus vecinos y vecinas y los que están de paso. Cada vez se me hace más difícil estar en lugares y eventos que no me representan, que han perdido ese toque de canariedad y que tan solo son una copia de ocio de las demás ciudades del Estado.
El encendido de luces de Navidad de La Laguna y de Santa Cruz de Tenerife son el ejemplo perfecto. Un momento en el que tiene que premiar el sentimiento navideño se convierte en una masificación de personas —como dice un colega, son los Carnavales sin disfraz— que no te deja disfrutar del momento.
Me pregunto cómo a nadie se le ha ocurrido hacer un encendido en los diferentes distritos de Santa Cruz de Tenerife, ¿O es que los impuestos de los vecinos y vecinas del Distrito Suroeste no valen lo mismo que los del centro? Así descongestionamos la zona centro y damos vida a los diferentes barrios del municipio.
Pero lo de obviar la realidad cotidiana de la ciudadanía canaria no es algo que hagan sin querer, lo hacen para desmovilizar y para que la abstención siga ganando las elecciones. Los partidos de toda la vida saben que con los votos que hay ahora van a seguir ahí en las próximas elecciones. Su sillón no lo van a perder, porque si no es de una manera o de otra van a seguir teniendo su sueldito y su prebendas a final de mes.
Si tú también estás hasta las narices de vivir en un sitio donde todas las decisiones políticas que se toman están hechas de espaldas a tu realidad, por suerte tienes todavía una herramienta para darle la vuelta: Drago Canarias.
Aitor Montelongo, portavoz de Drago Santa Cruz de Tenerife