Se acaba lo de Gaza. Solo quedan algunos restos descontentos que hablarán del fracaso de Trump al no conseguir el premio Nobel. No importa: a rey muerto, rey puesto y ya Maduro ha ido corriendo a Naciones Unidas para alertar de una invasión militar por parte de EEUU. El escenario ha cambiado de sitio. El País lo publica con letras grandes y el activismo internacional cambiará su foco hacia el Caribe.
Regresamos a Venezuela de donde nunca debimos haber salido. Volverán Delcy y Zapatero y quizá Monedero a reflotar una revolución a la que cada vez le quedan menos apoyos. Se trata de poner la atención en otra parte para seguir distrayéndola de los asuntos locales. España, según el ministro Albares, ha sido clave para resolver el conflicto árabe-israelí; ahora será fundamental para que el malvado Trump no siga hundiendo a las lanchas de los supuestos narcotraficantes sudamericanos. Ya lo veo venir. El problema de Venezuela es que no puede quitarse de encima el sambenito de ser una dictadura. Mientras Maduro no enseñe las actas que le acrediten como presidente esto es así. Luego nos podemos vestir de lagarterana para justificar el apoyo, pero el refrán es contundente: “dime con quién andas y te diré quien eres”.
No están las aguas muy calmadas y se nota en la tibieza con que ha sido recibido el acuerdo de Egipto. Además Trump ha sugerido que nos echen de la OTAN y las redes se han encendido diciendo que eso es lo que queremos, que qué pintamos ahí, que fuera las bases, que nosotros somos de otra pasta. Esto es lo que tenemos y a esto nos ha conducido una política de oportunismo, de fotografía y de propaganda, de la que nos va a resultar difícil salir. En España decir esto no se considera políticamente correcto. Lo heroico, lo que se lleva, es aplaudir con las orejas todas las consignas y chistes que surgen de un debate cutre. A veces me pregunto cuál es el que debo utilizar para que nadie se encienda y escaparme de las descalificaciones.
Esto mismo se lo escuchaba a Pepe Sacristán, que siempre se ha declarado de izquierdas, en una entrevista con Pablo Motos, otra bicha que hay que eliminar del panorama de la concordia. Gaza parece que se encamina a una solución aceptable y todo lo definitiva que pueda ser en la voluntad de los acordantes, pero de eso no aprendemos nada. Se habla de diálogo, de tender la mano y de otras pamplinas, pero la verdad es que cada vez que se intenta surge el desacuerdo el exabrupto y la descalificación.
España no tiene remedio desde que unos insensatos dieron por acabada la fase transitoria de la Transición y volvieron a sacar los viejos fantasmas para enfrentarnos. En esas estamos desde entonces. A mí me da igual quién gane las elecciones, lo único que ruego es que cambien de actitud. Así no podemos seguir. El mundo está cada vez más lejos de nosotros y es porque nosotros hemos decidido estar cada vez más lejos del mundo.