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Septiembre, ¿Vuelta a la rutina?

Viernes 05 de septiembre de 2025
Por Mar Domínguez

Uno de septiembre en el calendario. Fin de las vacaciones y vuelta de nuevo a la rutina. Los días largos empiezan a ser cada vez más cortos y, con ellos, otra vez las caravanas interminables de camino al trabajo, los madrugones, los malabares para compaginar el cuidado de los chinijos y chinijas con el trabajo remunerado, el cansancio, el estrés, la falta de tiempo libre y de calidad con la gente que queremos, el deseo por que lleguen los fines de semana —para quien no los trabaje— y la cuenta atrás —otra vez— en el calendario para el próximo periodo vacacional: la Navidad.

Y mientras, de forma paralela a lo anterior —o no—, septiembre también trae consigo para muchas y muchos una especie de año nuevo, lo que implica nuevos objetivos, propósitos y metas.

Seguro que esta semana han visto miles de publicaciones en redes sociales sobre ello: fotos de viajes, de retornos a casa, de reecuentros con amistades y familiares, de paisajes espectaculares acompañados de canciones y textos con reflexiones personales que evocan, en el fondo, como un tipo de pacto o tregua con la propia persona que los publica. Es como hacernos un recordatorio a nosotras y nosotros mismos de que también somos eso, de que nuestra vida también es eso, aunque solo la vivamos una o dos semanas al año.

Justo hablaba de esto hace unos días con un buen amigo, uno que decidió este año subir su post de “VERANO 2025” —precioso, por cierto—. Hablábamos de los sentimientos encontrados que nos generan verlos de otras personas o subirlos nosotros mismos, porque ¿no les parece que en el fondo es una forma de romantizar nuestra precaria vida? ¿acaso somos eso que mostramos el resto del año? En el fondo, ¿no sabemos ya por experiencia que la rutina va a engullirnos y no vamos a poder cumplir ni la mitad de los objetivos que nos hemos marcado?

Es como una especie de hacernos trampas al solitario, pero la pulsión interna por mostrar también esa cara o faceta de nosotros y nosotras nos gana. Por eso, al final le damos a compartir. Tras la intensidad de la conversación por algo tan banal, llegamos a la conclusión de que, en realidad, lo que nos permite hacer esas fotos, escribir un texto personal y compartirlo son cosas aún más banales.

Parar el balón durante una semana entera, descansar, dormir, comer rico, compartir tiempo con la gente que queremos, tomar el solito, darnos bañitos en el mar, ir a alguna verbena con las de siempre, las puestas de sol, no mirar el reloj, ni el correo, ni esperar llamadas porque nadie nos busca ni nos espera, y si alguien lo hace nos da igual, porque ahí dónde estamos es justo donde queremos estar, es lo que deseamos y por lo que llevamos esperando 355 días, que se dice pronto. Pa qué más y pa qué menos, que diría mi abuela.

En definitiva, tener tiempo nos permite pensar en las cosas que realmente nos importan. Nos hace detenernos y valorar aquello que no tenemos tiempo de valorar porque siempre parece que hay algo más importante.

Pero, ¿saben qué es lo más dramático de todo esto?

Que el 42,4 % de los hogares canarios no pueden permitirse irse una semana AL AÑO de vacaciones. Según el último informe del INE, ese 42,4 % no puede permitirse desconectar porque los salarios precarios y de miseria que entran en esos hogares a cambio de doblar el lomo y desgastarse el cuerpo todos los días solo sirven para pagar el alquiler o la hipoteca, las facturas, las extraescolares y llenar la nevera —a saber de qué manera— para poder mantener, paradójicamente, aquello que nos recuerda lo que somos: seres humanos y sociales que sobreviven gracias a organizarse en núcleos familiares, sean de sangre o no.

Me hierve la sangre cada vez que escucho y leo como muchos de los gobernantes actuales —en todos los niveles institucionales— presumen de que a este Archipiélago llegan 18 millones de turistas al año, mientras tienen a nuestro pueblo sobreviviendo mes tras mes con unos salarios y condiciones laborales deleznables, que provocan que familias enteras no tengan capacidad para afrontar imprevistos económicos o poder irse una maldita semana siquiera a un apartamento en el sur de su propia isla.

Retomando la pregunta que le da título a este artículo, para volver a la rutina hay que tener la posibilidad de salir de ella, y en Las Palmas de Gran Canaria el Equipo de Gobierno del Ayuntamiento no nos ha dado vacaciones este verano a los vecinos y vecinas: la ciudad sucia como de costumbre, con plagas de ratas y cucarachas; manifestaciones para que no derrumben casas y hogares, como pasa en Las Torres o Guanarteme; los socorristas de Las Canteras en huelga porque cobran un salario irrisorio cuando salvan más de 300 vidas al año; el cuerpo de bomberos del municipio con la plantilla reducida, varios barrios con árboles talados sin ninguna explicación, alguna adjudicación de contratos a empresas sin solvencia… En definitiva, gestión marca PSOE y sus ¿socios?

Ya no es solo que casi la mitad de las familias canarias no puedan irse de vacaciones una semana al año, es que además nuestros barrios, casas, servicios públicos y entornos en los que pasamos los 365 días del año están totalmente descuidados, abandonados, dejados…

Quienes osan alardear de lo bien que le va a Canarias, los mismos que gobiernan a favor de los intereses económicos de unos pocos en detrimento del sufrimiento de muchas familias canarias, demuestran algo que conviene recordar cuando vayamos a votar en 2027: una nula calidad humana. Vuélvelo a leer porque es importante. Y ahora pregúntate si tú permites rodearte en tu día a día de personas sin empatía ni escrúpulos que juegan intencionadamente con tu precariedad, tu necesidad, tu dolor y tu sufrimiento a cambio de su propio bienestar e interés. Estoy segura de que no quieres a este tipo de personas cerca, por lo que recuerda esto la próxima vez que con tu voto vayas a elegir en qué manos dejas la calidad de tu vida y la de los tuyos, tanto presente como futura.

En conclusión, disponer de nuestro tiempo y desconectar no es un privilegio, aunque los de arriba se empeñen en hacernos sentir lo contrario. Ser productivos todo el tiempo, conformarse con lo hay o pensar que no podemos aspirar a ser nada más deberían ser pensamientos intrusivos y brevemente transitorios, no una creencia inamovible que condicione nuestra vida.

Pero para ello debemos tener tiempo, porque tenerlo nos permite situarnos a nosotros y nosotras mismas, nos ubica en nuestro propio mapa y, lo más importante, nos permite pensar con criterio propio y tomar decisiones. Y esto último implica tomar también responsabilidad, movernos, huyendo así de los sentimientos de culpabilidad que solo nos conducen a la parálisis. No les demos ese gusto.

En Drago Canarias seguimos trabajando para que todo el mundo tenga derecho a construir vidas dignas y propias, comunes y libres. Parece una utopía o un sueño intangible, pero nada más lejos de la realidad. Para existir como sujeto propio, primero necesitamos ser reconocidos y reconocidas entre iguales y frente a los otros, y aquí muchos llevan tiempo invisibilizado intencionadamente a una parte de la sociedad que ya despertó y que no va dar ni un paso atrás.

Les deseo un feliz septiembre, hayan vuelto a la rutina o no. Espero que sigan subiendo publicaciones lindas romantizando un poco su vida porque eso querrá decir que están teniendo tiempo para tomarse su tiempo y, por tanto, los que nos quieren chiquitas, amordazadas, gruñonas y con miedo, van perdiendo. No caigan en la trampa.

Mar Domínguez, portavoz de Drago Las Palmas de Gran Canaria


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