No hace mucho alguien me envió, por el WhatsApp, uno de esos mensajes que solicitan que pongas tu firma firmes para apoyar una propuesta determinada. En el caso que cuento, se trataba de la eliminación del uso del velo en las mujeres musulmanas. Según lo iba leyendo, me vino a la memoria la vez que a las mujeres del pequeño grupo que estábamos de viaje por tierras turcas, les obligaron a ponerse un velo y a taparse las rodillas para poder entrar a visitar una de sus mezquitas. Lo de ponerse un velo, fue cosa fácil pues las mujeres, siempre llevan alguna prenda que puede servir como velo. Otra cosa distinta fue lo tapar el “obsceno” aspecto que pudieran presentar las rodillas de una señora que va ataviada con unas bermudas -uniforme tradicional en la moda turística internacionalmente reconocida-. Eso sí constituyó un problema pues a la entrada al templo, se les facilitaba una especie de falda maxi, que conseguía tapar aquella parte del cuerpo que tanto molestaba de las señoras. A los hombres, cosa curiosa, nada nos dijeron de tapar las nuestras. A duras penas, ellas hicieron uso de la prenda; tragando mucha bilis eso sí, pues para ser sinceros, aquello se notaba que había tenido más usos de los aconsejables, higiénicamente hablando.
¿Hubiera servido de algo quejarse? Ya les digo que no. Entre otras cosas porque allá quien pone las normas son los naturales de aquella tierra y/o sus dirigentes. De hecho, nosotros mostramos nuestro rechazo y la respuesta de nuestra guía, fue bastante clara: ¿Desean ustedes entrar a la mezquita? Pues “ajo y agua”. Si las mujeres u hombres de allí, quisieran revelarse por ese tipo de normas, ¿quién debería llevar el peso de la queja? ¿Los turistas que estamos de paso por aquellas tierras o la propia gente del lugar? Creo que en este caso, la respuesta también ha de ser clara. Entonces, ¿qué sentido tiene el luchar, desde tierras foráneas, por eliminar el velo o la capa tapa rodillas, o el burka, o cualquier otra cosa que haya sido impuesta por su religión? Para mí la respuesta sigue siendo “clarinete”. Otra cosa bien distinta, es que alguien que practique una religión que tenga ese tipo de normas, nos diga que en nuestro país, también las tengamos que cumplir, no habiendo adoptado su religión como propia. En ese caso, ya no se hablaría de clarinete, sino de la orquesta enterita.
De todas formas, muchas veces veo gente que se escandaliza con el uso del velo por parte de las señoras musulmanas en nuestra nación. ¿Cuál es o puede ser el motivo? Desde luego, me niego a pensar que se trate de algo que tenga que ver con modas; pero, si así fuera, tampoco entiendo la cantidad de personas que siguen la tendencia de la moda hasta el punto de pretender iniciar una guerra santa para erradicar el uso de la prenda en cuestión. Tal vez no conozcan su propia historia. En España, por ejemplo, recuerdo que no hace tanto tiempo -menos de cuarenta años- a las mujeres cuando iban a misa, debían llevar velo cubriendo su cabeza y los hombros no podían ir descubiertos. ¿Extraño? Ni mucho menos, era una norma que venía desde lo más ato de la Santa Iglesia católica y apostólica. Es más, he podido leer que en El Vaticano, cuando a alguna señora se le daba audiencia ante el Santo Padre, no podía ir vestida de blanco -para el Papa es un atuendo habitual-. Al parecer eso es un privilegio que solo se le permite a unas cuatro o cinco mujeres en el mundo y tiene que ver con su posición de reinas o consorte de reyes, de países que no se pasaron al protestantismo. El protocolo del Vaticano, que creo que continúa en activo, obliga al traje negro salvo las excepciones que comento. Además de faldas o traje por debajo de las rodillas ¡y dale con las rodillas! Y además también de llevar cubiertos los hombros. Teniendo esto por válido, según he podido leer en Wikipedia, ¿a qué viene tanta petición de apoyo para eliminar el velo en las mujeres de un país que pone sus propias normas?
Desde luego, otra cosa sería que habláramos de imposiciones de las normas de religiones foráneas en nuestra propia casa. Ahí, lo siento muchísimo, pero sí que firmaría la propuesta de quitar velo, dejar las rodillas al aire y lo que hiciera falta. ¡Faltaría más! Y, por donde no podría pasar es cuando temas de seguridad anduvieran por medio. Eso ya sería palabras mayores y últimamente ha de ser una cuestión de tanta prioridad que lo que opine cualquier religión no debería importar lo más mínimo. Las caras al aire, que las podamos ver todo el mundo. Si desean seguir guardando su costumbre de no permitir que nadie vea las caras de sus mujeres, que mantengan su costumbre de puertas adentro de sus casas, sus centros religiosos y/o sus propios países de origen. Repito, por si ha quedado algún pozo de racismo o lo que se quisiera entender, por algún maledicente que confunde una cuestión de seguridad con el tocino: En una época donde el terrorismo se oculta tras cualquier cosa que tape un rostro asesino, la cuestión de llevar o no llevar la cara cubierta por un Burka, o un Niqab, o lo que fuera que no permita ver claramente el rostro de una persona que se pudiera estar buscando por la policía -y por la ciudadanía-, no puede entrar en discusión. ¡Lo lamento, pero no! Ante este tipo de posibilidad, no hay discusión posible.
Puede ser que la petición, tal y como he apuntado, fuera por una cuestión de tendencia. En mi caso, prefiero más, gastar mi esfuerzo y mi firma en otros conceptos que, sin ser o no tendencias, sí que son de una rabiosa actualidad y que requerirían no una, sino mil listas de firmas por cada uno de las personas que vivimos en esta nación llamada España. ¿No necesitaría una y mil firmas, para denunciar que una persona tenga que vivir en un coche con un menor con una discapacidad por no tener una vivienda digna? ¡Mil siempre serán pocas! ¿Sería necesario recoger firmas para que nadie, sea de la religión y raza que sea, pueda entrar en una casa que no sea la suya y apropiarse de ella, aunque solo fuera un único minuto? ¡Mil siempre serán pocas! ¿La recogida de firmas para evitar que ningún presidente de algún país de los poderosos, se le ocurriera hablar de paz, desde palabras y hechos que producen más alarma de guerra que otra cosa, no sería conveniente? ¡Mil, siempre sería insuficientes!
Creo que la cuestión de recogida de firmas para conseguir que una prenda que solo cubre la cabeza de la persona que la lleva, hasta tanto no se solucionen los grandes problemas que la sociedad demanda, no debería estar en las cosas prioritarias a realizar; fueran o no tendencia.