Siempre he defendido que cuando las urnas dan el apoyo a un determinado candidato y éste se alza con el poder, lo hace para toda la nación que participó en el plebiscito. Da igual que sea una persona que tú, ni por asomo, te habrías planteado votarle. Es lo mismo que su posición política sea radicalmente opuesta a la tuya. El pueblo le ha votado y él o ella, ha sido dotado o dotada con la posibilidad de gobernar. Así se debería de aceptar. Por esa razón siempre hablo, del presidente de mi País, como si fuera mi propio candidato. En las siguientes elecciones ya habrá tiempo de cambiarlo si lo hace mal. Ese creo que es el sentido de la Democracia.
Así que, si un presidente aunque esté en funciones -en un Estado de Derecho, no se deja de ser presidente, hasta que entra el siguiente- hace una consulta, tendré que aceptar lo que salga de la misma, como si hubiera triunfado lo que yo hubiera querido votar. Ese, creo que sigue siendo, el sentido de una Democracia: aceptar lo que la mayoría decide. Pero, ¿qué ocurre si la pregunta se hace dentro del mismo grupo político, sobre algo que atañe a toda la Nación? ¿Se estará hablando de Democracia o de algo bien distinto?
En estos momentos, España entera se debate sobre si se debe conceder la amnistía a un grupo de gente que actuó de forma descerebrada y puso al borde del abismo a todo un País. A nuestro País. ¡Al de ellos también! Las imágenes que nos van llegando, de quien tira de hemeroteca, para argumentar un rechazo visceral al terremoto que sacude a España con epicentro en Bélgica y ramificación en gran parte de Cataluña, nos dejan ver una guerra campal donde el fuego, la balas de goma, las barricadas, los heridos, las sirenas y toda suerte de despropósitos mantuvieron en vilo a todos los españoles. ¡A todos! Pero, ¿A quién se pregunta si nos olvidamos de todo aquello por el bien de la Unidad y la Paz en España? ¡A ciento setenta y dos mil seiscientas personas!
Ese número de personas llamadas a consulta; y no los más de treinta y siete millones de españoles, son las que han tenido, con su papeleta, la posibilidad de decidir si estará bien ceder a las peticiones de “Esquerra Republicana de Cataluña (ERC)”, a las de “Juntos por Cataluña (JxCat)”, y ya de paso, pactar con los sucesores políticos de quienes, antes, hablaban a través de la dinamita y las armas y para exponer sus argumentos usaban capuchas negras. Darle la bienvenida a la senda democrática, obviamente es un deber; pero es muy difícil el olvidar y, mucho menos, aceptarlos como negociadores. ¡Lo siento, pero no! Tal vez el candidato a presidir el Gobierno, tenga su estómago a prueba de vómitos y una memoria de pez; pero a quienes sufrimos viendo las terroríficas imágenes que nos venían de los atentados y oíamos el número de muertos por la acción terrorista de los que, ahora, han sido sustituidos demócratas, nos va a costa olvidar. ¿Es posible que el, de momento, presidente en funciones y quienes han votado que si en esa consulta de bolsillo, no recuerden ni a los suyos que fueron abatidos sin poderse defender? Parece ser que como la mayoría de ciento setenta y dos mil seiscientas personas -que no treinta y siete millones- han dicho que vale, todo debería quedar olvidado. ¿Qué se les dirá a quienes en esa misma consulta, han votado que no están de acuerdo? ¡Son casi un 12%! ¿Se les ignorará como a los más de treinta y siete millones restantes, o se les expulsará del partido? Seguramente se irán sin que nadie se lo pida.
Todo está perfectamente estudiado. Hasta la pregunta y el contexto, tiene pinta de haber sido una acción estratégicamente organizada, como solo saben hacerlo quienes no van de frente. El presidente en funciones, hace tiempo que olvidó lo de venir de frente. Que ya empiezo a tener dudas de si, en alguna ocasión, lo ha hecho. El juego del “digo, me desdigo y vuelvo a decir, desdiciendo”, hace pensar que jamás ha tenido intención de comportarse como el hombre honrado que dijo ser en uno de los debates. Para llegar a esta conclusión, me he fijado en un par de detalles, además de, por supuesto escucharle desdiciéndose de lo que afirmaba, meses antes, con la rotundidad que acostumbra -sus allegados le imitan de forma descarada- Recuerdo lo del “no me acostaré”. Recuerdo lo de “la amnistía no está en la Constitución”. Recuerdo el “no voy a permitir que la soberanía de España, descanse en partidos independentistas”. Recuerdo el “se lo repito” dicho por el representante socialista de Cataluña cuando negaba la amnistía. Yo solo me quedo con “el No es No”.
Ahora la estrategia la construye partiendo de un nuevo cambio radical. Del negar la concesión de una amnistía por “no estar dentro de la Constitución”, ha pasado a la defensa contundente del perdón para todos quienes participaron y/o se enfrentaron a los juicios y condenas -¿valientes que se quedaron con todas las consecuencias o cobardes que no cupieron en ningún maletero?-. Para dejar bien claro de lo que se habla, se presenta una propuesta de Ley Orgánica donde se recoge todo lo referente a los motivos y beneficios que irían implícitos en esa Ley, si al final sale aprobada -votos para superar el primer escollo, los tienen. No así el segundo filtro-. Así poco a poco se va asfaltando el nuevo camino hacia la Moncloa. Para ponerle la guinda, doña ¿Verdad Pedro? y algún asesor más, presentes en la mesa de diseño estratégico, habrán sugerido que sin el apoyo popular, ese paso podría traer complicaciones. Así que dicho y hecho: consulta popular al canto. ¿Una encuesta por “WhatsApp”? ¿Mejor usar lo de “surveymonkey”? ¿Seré yo señor? Nada mejor que una encuesta clara y concreta a los españoles. ¿Un referéndum a estas alturas? He dicho que nada que pueda generar más problemas que los que se intentan dilucidar. Se llevará a cabo una encuesta a los afiliados del PSOE. Son una muestra más que significativa del pueblo español y con absoluta objetividad. ¿Aunque ciento setenta y dos mil seiscientas personas, no representen ni al uno por ciento de los españoles con derecho a voto? ¡Nimiedades!
La pregunta, no dejará lugar a dudas: ¿Apoyas el acuerdo para formar un gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria? ¿Y lo de la amnistía? Eso ya iría implícito; pues el jefe en funciones, ya había dejado claro, varios días antes, que defendía lo del perdonar a cambio de la Paz política con los pueblos de España. ¡Toma ya!
Ya tenemos el resultado de la magna encuesta y el resultado no deja dudas: con el 85,4% del apoyo reflejado entre los ciento setenta y dos mil seiscientos afiliados consultados y alguna estrategia digna del mejor tahúr, frente a más de treinta y siete millones, nos dará un presidente. ¡El Presidente!
Sería justo proponer que solo gobernara para ese 85,4% de los ciento setenta y dos mil seiscientos españoles a los que le pidió el VºBº. Yo, por su propia decisión, que no por la mía, ya no me siento representado. A mí, ni me dio opción de responder. Así que esperaré a “ver el andar de la perrita”. ¡Señor Pagés, solo le conozco de oídas, pero si se presenta, le voto!