(A propósito de una noche de Reyes de 2022)
Esta pregunta pudo haber sido formulada por cualquiera de nuestros descendientes -hijos o nietos- o por nosotros mismos -para nuestros adentros-, al ver pasar por nuestros barrios lo que desde algunos ayuntamientos de esta isla, han organizado en la noche de Reyes de hace más o menos una semana.
El covid19 Señores y Señoras regidores, no puede ni debe ser, una disculpa para tratar de conseguir emponzoñar una noche tan mágica como la del día 5 de cada mes de enero. Se sabe y se acepta que por motivos de seguridad, se evitara el llevar a cabo una cabalgata al uso, como las que se venía reproduciendo cada año de normalidad sanitaria. Se dan por buenas todas y cada una de las acciones que se ponen en marcha para evitar la propagación del maldito bicho que tanto daño está haciendo, personal y económicamente hablando. Pero de ahí, a romper la baraja y aquí nadie juega, va un trecho tan largo como el circuito que diseñaron para este paseo de los camiones grúas con las especie de carromato que llevaban a los tres Reyes Magos en unos municipios o de deportivos, todos de una marca determinada, en otros.
Veamos, Señores o Señoras concejalas responsables en la materia. Veamos, Señoras o Señores de las Alcaldías que han coincidido en la misma aberración de noche de Reyes; A los tres Reyes Magos, se les ha venido tratando desde años ha, como las autoridades que son. Es decir: el respeto y el protocolo han de estar en vigencia en cada uno de los actos donde ellos participen. Eso conllevaría que si pasan por las calles de pueblos y/o ciudades lo han de hacer, no como si una grúa les hubiera retirado el vehículo por estar mal estacionado, tampoco como si de estrellas de la canción se tratara. No. La forma de hacerlo tiene que ser como si del mismísimo Rey de España o del Presidente de la Nación, se hablase. Las imágenes de espontáneos -redes sociales- que he podido ver eran casi idénticas en varios municipios. Era algo cutre, vergonzoso e incalificable como una acto de la magnitud de la que se ha de producir en esa noche de magia infantil: La noche de la infancia. Sí que se ha podido ver en distintas cadenas televisivas las entregas de llaves en las alcaldías y ha sido solemne. Pero en cuanto se fueron las cámaras, cayó el telón.
¿Qué pasó?, ¿Qué fue lo que no midieron?
Está claro que hay ciudades donde se ve claramente que sí que supo entender el nivel de esfuerzo que se tenía que poner sobre la mesa. En Madrid, por ejemplo, se pudo ver un espectáculo maravilloso y que genera envidia sana para quienes lo pudimos ver en televisión. Y, ¡vaya por Dios! Se pusieron las medidas aparentemente necesarias para contribuir a frenar la propagación del virus -les faltó prever lo de la sinvergüencería de la “reventa”-. Se fijaron unos aforos para evitar aglomeraciones inadecuadas y se produjo la magia esperada: La sonrisa de la gente menuda.
Ese era el objetivo: ¡Una sonrisa feliz!
De momento, en la comparación, pude comprobar que hablamos del mismo virus, de mismo tipo de seres humanos, y de espectáculos que deberían ser, si no iguales, muy parecidos. Pero no fue así. Me consta por flases televisivos, que en otras ciudades del País, también hubo aciertos organizativos.
Tampoco es que costara mucho hacer una cosa medianamente digna. Hubiese bastado con reproducir, tal y como se hizo, el momento de la entrega de llaves en los respectivos edificios consistoriales y acto seguido llevar a cabo una visita, tan rápida como se determinara por las recomendaciones sanitarias, pero al estilo americano. Esto es: con mucho ruido de sirenas, mucha escolta policial de gente uniformada -policías municipales, personal de emergencias, bomberos, etcétera- y todo lo que hubiera hecho falta para decirle a los niños que en dicha comitiva iba la gente más importante para sus ojitos infantiles.
Eso es lo que yo eché en falta en los vídeos que circulan. Y, repito, que nadie se rasgue las vestiduras puesto que he podido ver lo mismo en varias de nuestras localidades. Ya me cuesta creer que se hayan puesto de acuerdo, puesto que para formar consorcios de distinta índole tienen que pasar infinidad de reuniones y mucho tiempo. Ya me cuesta, como digo, creer en ese tipo de “complot”, pero desde luego parece como si hubiese estado diseñado por un guionista de las clásicas películas de espías y detectives. Lo único que cambiaba en los distintos escenarios, era que, en unos había grúas sin ningún tipo de decoración, y en otras, lo que se usaba eran coches deportivos. Pero sin nada más. Escolta, si la hubo, fue la de algún coche o moto de guardia -estoy seguro de que, si al personal uniformado, se les pide participar en una gran comitiva sin cobrar, lo hubieran hecho-. Lo que yo pude ver, fue algo “desangelado”, “sin gracia” y, desde luego sin “el esplendor” que nuestros pequeños se merecen.
Lo siento si alguien pensó que lo que diseñó era lo adecuado, dadas las restricciones. En lo que a mi concierne, lo que vi lo podría definir como algo más cercano a lo “cutre” que a lo grandioso. Lo que pude ver en esos vídeos caseros que colgaban en las redes era más bien el resultado de algo que se hace para “salir del paso”. Alguien podrá decir que, a toro pasado, se lidia mejor; también se podría decir que con ganas de hacer las cosas bien, salen cosas más adecuadas.
Por esa razón, si algún infante me hubiera hecho la pregunta del encabezado, le hubiera hablado de lo que he visto.
Si la pregunta me la hubiera hecho para mis adentros, creo que mi respuesta la pospondría para cuando llegue el momento de las conclusiones, tras hacer el democrático ejercicio de sumar y restar acciones.