Un funcionario que no cumple en tiempo y forma su trabajo diario se convierte en un auténtico problema que trasciende su esfera personal, creando distorsiones en la propia Administración Pública, también en el amplio tejido empresarial y a los ciudadanos en general.
Los hay responsables y grandes profesionales, aunque parezca mentira se encuentran, eso sí, en dosis pequeñas pero ejemplares, pero también coexisten los faltos de compromiso e indiferentes a la ejecución de sus cometidos, establecidos reglamentaria y normativamente, pero que no cumplen porque sencillamente no les da la gana y lo peor, es que no tiene consecuencias, hago o deje de realizar.
Retrasos injustificados en la diligencia de los expedientes, falta de respuestas razonadas o incompletas, desinterés e indisciplina disciplina, absentismo laboral, indiferencia y arrogancia hacia el administrado, demostrando que la incompetencia individual puede tener consecuencias colectivas de gran alcance, por ejemplo, sin licencias no hay viviendas
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