El maestro Joao, un vidente frivolón que pertenece a la cuadra de Sálvame y demás producciones comandadas por Jorge Javier Vázquez, ha dicho que Pedro Sánchez ganará las próximas elecciones. Después de este sorprendente vaticinio ando inquieto por ver lo que va a anunciar Tezanos.
Hace años era el mundo de la ceja el que amparaba las campañas electorales socialistas, ahora se ha cambiado por la farándula de Telecinco, que parece tener un mayor poder de penetración en el ambiente del marujeo. No sé qué decir. Miguel Bosé se ha hecho negacionista y ha perdido la voz. En la otra parte, Tamames ha salido en un Tik Tok diciendo que el presidente va a caer fulminado por el rayo de las elecciones del 23J. Los pronósticos se han desatado en un territorio que no ofrece demasiada consistencia. Unos desde la bola de cristal y otros, salvando las distancias, desde el recuerdo de una fallida moción de censura que, como se ha demostrado el pasado 28 de mayo, ha surtido algún efecto de desgaste.
Yo no me atrevo a opinar, pero sí me gustaría llamar la atención sobre la irrupción de brujos y asesores del corazón en los asuntos políticos y del hecho de que catedráticos de prestigio se hayan rendido a la red social que antes era para niños y ahora supera en seguidores a todas las demás. Estamos en otro mundo, en el que todo puede pasar. Es un mundo que no entiendo muy bien. Por tanto, no me voy a aventurar a valorar la conveniencia de que la política utilice estas poderosas autopistas para desplegar sus estrategias. Yo soy del plan antiguo y no comprendo el ambiente en donde me desenvuelvo. Debe ser verdad eso de que en el metaverso solo ves aquello que previamente es seleccionado como cercano. Casi todas las personas que me siguen y a las que veo, son aproximadamente de mi edad, lo que me hace suponer que, salvo raras excepciones, todos pensamos lo mismo. Es decir: no creemos en el maestro Joao ni le hacemos demasiado caso a un economista jubilado que se alquila para presentar mociones de censura.
Tiene que haber otra cosa. Lo otro que me encuentro es el aviso terrorífico de las DANAS devastadoras alternándose con pertinaces sequías, como en la época de Franco. Todos hablan de la traición de convocar elecciones en vacaciones y además en un puente. Del peligro que supone el voto por correo y de que solo voten los que se quedan en casa, como si estos, que son como yo, que ya no disfruto con la pulsión de las vacaciones y elijo mi asueto en junio como en enero, igual que la rosa blanca de Martí, fuéramos votantes declarados de un determinado bloque.
Nada de esto es verdad, se diga desde una mente visionaria, desde el nos mayestático de la cátedra o desde las estrategias de los partidos políticos, empeñados en movilizar a sus votantes. Cualquier cosa puede ocurrir. Incluso que un partido que, según todos los opinadores, está actuando de forma alevosa, remonte los casi cincuenta escaños de diferencia que le dan las últimas encuestas. Ya todo me da igual. Hasta ver cómo las estrellas de una fórmula de televisión que anda pidiendo firmas para ser declarada de interés cultural y no desaparecer de la parrilla, se meten en la campaña tratando de rebañar algo de simpatías que les salve de la quema. No creo que a Pedro Sánchez le convenga que un personaje como este le levante la casulla mientras oficia en el altar de las elecciones.
De todas maneras, esto no ha hecho más que empezar. Nos quedan muchas cosas que ver.