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El digno oficio del auxiliar de enfermería

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 20 de mayo de 2021, 05:00h

Debemos hacer las cosas para andar más lejos, más que para ir más rápido.

Hace unos años el Papa Francisco nos hacía un planeamiento en relación a cómo llevamos adelante la labor social y caritativa. Nos hacía una pregunta que nos hace responder en carne viva a la cuentión de fondo de cómo hacemos las cosas. Cuando ayudas a alguién y le das una moneda, ¿tocas su mano o actúas a distancia? Tocar la mano. Pisar la vida en su realidad verdadera. Tocar la vida.

Es los que se valora en el sistema sanitario, Todos reconocemos la importancia de los buenos especialista y los técnicos de los extraordinarios aparatos diagnósticos que la técnica nos va ofreciendo. Debemos estar muy contentos de los avances en este sentido. Pero hay servicios más sencillos y, a juicio de muchos pacientes, mucho más valorados. La cercanía inmediata de las personas auxiliares de enfermería. No son responsables de los diagnósticos ni toman las decisiones terapéuticas, sin embargo es la cercana sonrisa inmediata de quienes están hospitalizados. Y todos agradecemos un buen diagnóstico, pero sobre todo que alguien toque con su cercanía nuestro dolor y nuestra soledad con una sonrisa tranquilizadora. Por eso el titular: el digno oficio de auxiliar con cercanía a nuestras necesidades básicas.

Hay muchas personas que están en la primera fila del trato a las personas. Tal vez no somos conscientes de la importancia que tiene nuestro trato real y concreto con las personas; lo terapéutico que es que alguien te salude, te sonría, te dé las gracias al servirte un café o solo que te trate bien en las distancias cortas de la vida social. Mi hermana me cuenta que en atención primaria, los enfermes necesitan en un 60% ser escuchados y acogidos, más que ser ser medicados.

Tratar bien a las personas es el mayor acto de caridad que podemos hacer. Es muy importante cualificarnos técnicamente, y cuanto más mejor, pero sin abandonar esos sencillos modos que convierten el trato humano en una ocasión de crecimiento personal. Los pequeños detalles son los que conquistan las grandes montañas de las relaciones humanas. Como la pequeña moneda de aquella viuda que recibió la alabanza de Jesús en el cepillo del templo de Jerusalén.

Por eso es por lo que los servicios de limpieza, y el noble oficio de auxiliar de enfermería se convierten en la mayoría de los casos en el rostro del servicio sanitario y en el altavoz de su buen funcionamiento. La nobleza del buen trato a la persona y de hacer bien lo que le hacemos a una persona.

Y no hay trabajo grande o trabajo pequeño; la dignidad la tiene el trabajo humano, no otros aspectos que le acompañan. Son distintos, pero no siempre la aparente importancia social responde a la necesidad humanizadora del mismo.

En lo pequeño y sencillo acontece lo más maravilloso.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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