La deuda externa es una actualizada y sutil forma de esclavitud. Solo mirando a África subsahariana: la deuda pública externa ha pasado de 305.000 millones de dólares en 2010 a 702.000 millones en 2020, es decir, del 24% al 40% del PIB regional, y del 76% al 156% de las exportaciones. Esa es la media, porque cuando aterrizamos en los países concretos, Cabo Verde roza el 90 % y Mozambique e 423 % y, por cercanía, Senegal el 120 % en 2022. ¿Qué futuro puede tener un país que debe más de lo que produce?
Y uno recuerda un texto iluminador: “Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta”. (EF, 56)
La condonación parcial o total de la deuda externas de los países en vías de desarrollo es una necesidad imperiosa. Esta condonación de la deuda externa encuentra fundamentos en diversos factores. Por un lado, los ciclos de endeudamiento perpetúan la carga financiera de los países, quienes se ven obligados a adquirir nuevos préstamos para saldar deudas anteriores, sin lograr realmente reducir su deuda principal. Además, eventos como crisis económicas, desastres naturales o pandemias pueden agravar aún más esta situación, dificultando el cumplimiento de los pagos y aumentando la presión sobre las economías nacionales. Por otro lado, el pago de la deuda desvía recursos significativos que podrían destinarse a áreas vitales como la educación, la salud y la infraestructura, limitando así el desarrollo humano y económico. Esta carga financiera también puede ser el resultado de condiciones inequitativas impuestas en los préstamos, como políticas de ajuste estructural que recortan servicios sociales y promueven privatizaciones, perpetuando la desigualdad y debilitando el tejido social.
Ustedes valorarán si las consecuencias para el primer mundo serían positivas o negativas: La condonación de la deuda externa del tercer mundo puede tener algunas repercusiones en el primer mundo, aunque su impacto directo suele ser limitado. Sin embargo, existen algunas posibles implicaciones significativas. En primer lugar, esta medida puede afectar a instituciones financieras internacionales que son acreedoras de los países en desarrollo, potencialmente generando pérdidas financieras para ellas. Además, la condonación de la deuda puede mejorar el clima de inversión y la estabilidad económica en los países en desarrollo, lo que podría beneficiar a las empresas y economías del primer mundo que mantienen relaciones comerciales con estos países. También podría tener un impacto indirecto en la necesidad de ayuda internacional, ya que liberaría recursos para que los países en desarrollo inviertan más en programas de desarrollo y bienestar social, potencialmente reduciendo la dependencia de la ayuda extranjera. Por último, esta medida podría tener consideraciones políticas y diplomáticas, fortaleciendo los lazos entre países o generando tensiones dependiendo de la respuesta y la cooperación entre las naciones involucradas.