¡Siempre me han gustado los programas televisivos que trataban temas de bricolaje! Conseguir hacer un carrito del helado, partiendo de cuatro tablas, diez tornillos, pegamento cola, dos botes de pintura de colores, y algunas cosas más que se unían a una destreza bestial, siempre captaba la atención. Algunas veces me he preguntado qué pasaría si a esos equipos de trabajo, les dieran una extensión grande de terreno y les pidieran que construyeran algo útil para sus propietarios y la sociedad. Tengo claro que terminarían grabando uno de esos otros programas que también me entusiasman: Mega-construcciones. Y si además les dijeran que fuera algo de lo más grande, seguro que se construiría el túnel de unión entre las islas de Gran Canaria y la de Tenerife.
En Turismo, se me ha ocurrido que también se les puede sacar provecho a esa artesanía fina. He estado siguiendo el caso de un proyecto de generación de infraestructura turística en el sur de Tenerife, al que le han dado el nombre de “cuna del alma”, que dicho y sea de paso, ni parece que se le pueda dar forma de tal mobiliario, ni parece que tenga alma, a tenor de los enfrentamientos que está produciendo y al caso que se presta a la parte más sensible.
Para este trabajito de bricolaje, haría falta un terreno yermo. ¡Lo tenemos! De hecho las expectativas de hacerse con dinero, ha conseguido que donde, hasta antes de ayer, había un cultivo floreciente de tomates, ¡sabrosos tomates canarios! y plátanos a tutiplén; ahora tengamos eriales dispuestos a acoger lo que los amigos de la especulación tengan en mente. El trabajo de la agricultura llevaba trabajo y mano de obra de la tierra y ya se sabe que el personal piensa en otras formas de ganar dinero. Así que los propietarios de las fincas, pudieron pensar: déjalas secar que, en cuanto se queden sin terreno en Playa de las Américas, ya vendrán para acá. Dicho y hecho. Ya tenemos el terreno ideal.
Hará falta también algo de ayuda administrativa, porque construir es algo muy serio y debe tener todas las bendiciones posibles. ¡También lo tenemos! En nuestro País, existen muchos, muchísimos ¡Más todavía! De organismos públicos que tras examinar detenidamente y tras abonar las correspondientes tasas, les pondrán el sello de “revisado y aceptado” a cualquier proyecto que se presente y que lleve las frases mágicas de: “preservación de la naturaleza”, “cuidado del entorno paisajístico” y “creación de puestos de trabajo”. ¿Se puede colar el olvido de algún asentamiento aborigen? pudiera ser. ¡Un descuidito de nada! Que se va a destruir uno de los pocos entornos naturales vírgenes que quedan en la isla de Tenerife; ¡cuestión de semántica!, puesto que lo que se haría sería una transformación. ¡Estos “melenudos ecologistas”, como algunos los definen, siempre negativos!
Por supuesto, este trabajito, deberá tener a alguien potente detrás, pues su coste va algo más allá de la construcción de una cunita de bebé. Esta cuna, será mecida por manos con credibilidad. Si es de fuera mejor, porque así, al no conocerlos, menos pegas se les podrán. ¡Parece que también podemos tener esto resuelto! Y, al venir de Bélgica se contará con la garantía necesaria para que la creación tenga su éxito. De ese País, nos llega mucho y buen turismo. Yo diría, por mi experiencia, que son gente algo quisquillosa, pero de una educación exquisita. Y, además aportan valor económico en los sitios que visitan. Claro que de Bélgica, también llegó a Tenerife, una parte del capital que creó una cuna anterior a la que llamaron TEN-BEL. ¡Tremendo pufo quedó cuando se secó el arbolito!
Ahora, solo falta dibujar lo que se va a hacer, comenzar a construirlo e ir vendiendo el producto para que Tenerife entera se beneficie de este magnífico proyecto. ¡Caramba! Ahí, es donde parece que tenemos algún escollo que superar. ¿Todo Tenerife se beneficiará de esta macro construcción de bricolaje? Si el personal obrero lo traen de fuera, ya serán menos personas residentes que se podrán beneficiar, al menos mientras dure la obra. Si los compradores de las unidades que se pongan a la venta, han de poseer un nivel económico rozando lo indecente -he escuchado que serán apartamentos de lujo- pues habrá que disminuir el número de beneficiarios isleños. Si el producto se vende en el País de origen, también habrá que quitar del listado a bancos locales y/o nacionales. Pero la mano de obra que se va a necesitar para el cuidado, mantenimiento y atendimiento de los hoteles que van en el proyectivo y para los propios apartamentos, sí que podrían ser del terruño. ¡Les falta preparación! La competencia será dura. Por poner un ejemplo, un belga suele hablar entre cinco y seis idiomas. Y un canario… No sigan por ese camino. Mejor será descartar a otro número importante de gente a dar las gracias por esa oportunidad de salir del paro. Pero, si seguimos así, ¿quién o quienes se van a beneficiar? Obviamente, además de quien aporte el terreno que con tanto esmero estuvo guardando para esta gran oportunidad: Los licenciados locales, algún director técnico de obras, quien de fe pública de la documentación que se genere en las sucesivas ventas y tal vez algún político que se podrá sacar alguna foto en la inauguración. ¡La foto ya se la hicieron! De eso nada, de momento solo ha habido foto delante de una piedra. Faltan las de la puesta de bandera; la de la inauguración del paseo público; la de la apertura de cada hotel; y hasta la de la “mochila azul y ojitos dormilones”. ¡Faltan muchas fotos!
Pero, entonces, si pocos se van a favorecer de este proyecto, ¿se podrá afirmar que perjudica a alguien? Habría que definir muy claramente la palabra perjuicio. Se me ocurre, a bote pronto, que tal vez el seguir consumiendo suelo, puede que nos pase factura en un tiempo no lejano. De hecho, ya se tiene que construir con depuradoras y desalinizadoras, porque el agua de la isla, ya no es suficiente para tanta cama. Se me ocurre que, dado que el personal de la casa no suele ser válido -si lo fuera, no se entendería tanto paro con la gran cantidad de oferta turística existente y la buena racha de turismo que tenemos-, harían falta más viviendas para alojar a quien desee venirse a labrarse su futuro a esta tierra. Y con las viviendas, colegios para sus familias y algo más de camas hospitalarias, un ensanche de las carreteras existentes. Pero como de esto otro nada se prevé, pues más saturación para los que ya vivimos aquí. Se me ocurre que lo del entorno paisajístico que tanto dejó maravillado a los primeros viajeros que nos llegaron, pronto se podría convertir en “un Japón” más. Por lo tanto, puede que la pérdida de potencial turístico de calidad, llegue. Y, por poder ser, puede pasar cualquier cosa. Pero una cosa parece cierta. Tenerife es una isla que, de momento, tiene acotada la construcción en la corona forestal. Pero si seguimos sin prestar atención a los “melenudos ecologistas” que hoy por hoy, forman el único grupo que se ha enfrentado a estos artistas del bricolaje; pronto tendremos que estar debatiendo sobre el tono del color verde con el que querremos pintar al padre Teide. Porque, no tengan duda, esa urbanización querrá tener un campo de golf, y más urbanizaciones a su alrededor.
¡Y, todo empezó por creer que una cuna, nos iba a mecer el alma!