Salvo el resultado contundente final, deseado, pero no esperado, muestra probablemente el efecto llamada final a la participación realizado por Moreno Bonilla a primeras horas de la jornada dominguera traducida en una participación del 58% de parecido estilo a 2018.
Aunque se barajan escasas diferencias porcentuales de participación motivadas por el largo tiempo en mantener la participación a las 18.00 horas, por parte oficial (2% inferior aproximadamente), en comparación con 2018, no empaña la victoria del vencedor, manteniéndose en esencia, a lo largo de elecciones pasadas una tradicional baja participativa, como muestra de hastío al sistema político o gubernamental mostrando incomparecencia limitada ante las urnas. (58.36%)
Es un hecho, el ejemplo continuo de disminución de votantes, el cual hizo acto de presencia comenzó en las recientes las Elecciones de Castilla y León al bajar un 2.35% (63,44%) en relación con las de 2019 (65.79%).
La Comunidad Autónoma Andaluza, aunque no se haya repetido exactamente el mismo ejemplo, prácticamente continua con sus bajas participaciones ciudadanas.
Internacionalmente, no muy lejos, nuestros vecinos del piso de arriba (Francia), segunda economía de Europa y Miembro del G-7, en las recientes Elecciones presidenciales, pues aún continúan con desentrañar las legislativas, batieron récord de abstención con un 53%.
Podríamos preguntarnos junto a la mayoría de Europa ¿Qué está pasado?
Algún tipo de respuesta quizás pueda elucubrarse en los próximos días.
El P.P. ha ganado las Elecciones con mayoría absoluta bajo una especie de “fideicomiso” temporal a través del cual el ciudadano encomienda a través de sus votos y/o confianza a un partido político para la realización de un fin.
Este País dispone salvo imprevistos, hasta otoño 2023, para que sus dirigentes, intenten iniciar tal regeneración y bajo dicho principio se realiza la encomienda, evitando que rodemos precipicio abajo.
Si no existen visos de realidad de ese ansiado deseo, la fractura o quiebra del País será inevitable, gobierne quién gobierne.
Así lo venimos proclamando desde hace tiempo en este Medio, ya que aún no nos encontramos preparados ni para gobiernos de laboratorio o radicales.
Uno de los méritos del PP de Andalucía ha consistido aislarse todo lo posible de las luchas fratricidas en Madrid, acompañando y mostrando su propia ejecutoria de tipo pragmático, ausente de escándalos notorios, y, sobre todo, alejado de otras aspiraciones ajenas a su propia Autonomía. Todo ello, le ha rodeado de determinados activos con los que acometer su reelección indirecta.
En Andalucía, ya lo adelantábamos en nuestra anterior columna, siempre ha existido un voto oculto autosuficiente, PSOE hasta el tuétano, y hemos comprobado que ese voto deseado de fidelidad ha hecho crecer a pesar de los acontecimientos, las raíces socialistas en las urnas.
Me confirman que Ferraz continúa asumiendo como resultado óptimo los votos obtenidos como “estancamiento ocasional”, y que la pérdida de algún escaño que otro, no significa rasgarse las vestiduras, pues esperan la comisión de errores que sin duda cometerán desde el P.P.
VOX, no obstante mejorar, ofrece la impresión de haber llegado con el combustible justo a Andalucía y con escaso reprise para alejarse de algunas radicalidades que otras.
Nos ratificamos en lo expresado anteriormente sobre otras formaciones políticas participantes, en cuanto a espejismos e incredulidades procedentes de laboratorios.
¡Continuaremos apostando para que brote la regeneración política, provenga de donde provenga!