OPINION

Felicidades en esta Navidad

Juan Pedro Rivero González | Jueves 24 de diciembre de 2020

No pasa nada si no has tenido suerte en la Lotería Nacional. No pasa nada. Recuerda que es el día de la salud. Pero no pasa nada si la salud ha flaqueado o estamos al borde del ataque de nervios ante su posible y epidemiológico peligro. No pasa nada. De cualquier manera podemos celebrar el nervio interior de esta fiesta de la Navidad. Porque el nacimiento que celebramos no fue el de alguien a quien le hubiera tocado la lotería millonaria; que vá. Si hubiera sido así no imagino a José con dificultades en las posadas y a María dando a luz en un establo, sitio tan peligroso desde el punto de vista sanitario. Celebramos la Navidad, no la Champions ni el triunfo de Nadal en Roland Garros. Un parto en dificultad es el paradigma de la salvación. Curiosa paradoja que algo tendrá que ver con nuestras paradógicas vidas.

Por eso, aunque haya ausencias y faltas, aunque no sea como la imaginamos el año anterior, a pesar de cualquier dificultad, es posible que nos deseemos mutuamente una Feliz Navidad. Porque aquel nacimiento, aquel natalicio, aquella navidad, fue una dicha para el mundo y una alegría para la historia que, lo creamos o no, ha obtenido una sentido y una valor incalculable.

No siempre los grandes resultados han sido fruto de inversiones clarividentes. Muchos de los avances tecnológicos y los habidos en el ámbito de las comunicaciones tuvieron su origen en un garaje prestado. El valor de los medios pobres fue puesto en valor por el mismo Dios. ¿A qué precio están las sonrisas de las personas que amamos? ¿A qué precio se vende la felicidad? ¿Cuál es el costo del gozo y del sentido de la vida? Lo que verdaderamente vale no tiene precio. Y es lo sencillo, lo normal, lo que queda en los bolsillos vacíos lo que llena, muchas veces, la existencia de alegría.

Siempre encontraremos motivos para felicitarnos en la Navidad si dejamos que el protagonismo lo tenga aquel bebé pequeño y débil que cargó de mayor con los pecados del mundo. Aquel cordero sin pecado, que no tuvo miedo al fiero lobo victimario. La victoria es siempre de Dios. Por más que se empeñe mi afán de autonomía en conquistar lo inconquistable con mi herida y debilitada libertad. El bien, la verdad y la belleza son el final de la historia.

Quiero aprovechar esta ocasión que me da CanariasDiario de tomar contacto con ustedes cada jueves del año para felicitarles la Navidad. Es, -lo prometo- una verdadera dicha poder tener un espacio como este en el que te dejen poner sobre blanco las ideas que resuenan en tu mente o que revolotean en tu corazón sin otra condición que la fidelidad de la entrega semanal de un escrito. Es un lujo inmerecido. A los responsables de este periódico digital mi felicitación en esta Navidad.

Y muy especialmente a los lectores. Ellas y ellos, que con su lectura -también fiel- hacen posible que siga siendo editada esta colaboración. A todos, muchas felicidades.

En este jueves 24 de diciembre, en que celebramos en tantos rincones del mundo el nacimiento de Jesús en la noche buena del alma, que estas torpes palabras que traigo sobre mis hombros sean la ofrenda que, como los pastores del Belén, ponga ante la cuna improvisada por José en la que María colocó al niño Dios.

Por todo ello y por mucho más, felicidades en esta Navidad.


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